Canadá y Quebec demuestran su pasión por el cine en medio de la rivalidad entre Toronto y Montreal
Canadá y Quebec demuestran una increíble pasión por el cine, que se plasma en los festivales de Toronto y Montreal, celebrados, no sin rivalidad, casi al mismo tiempo. Entre ambos proyectarán 799 filmes.
Julio César RIVAS | TORONTO
El XXXI Festival de Cine del Mundo de Montreal (WFF) arrancó el jueves dispuesto a dejar atrás definitivamente los problemas del pasado, que, hasta 2006, amenazaron con relegar al olvido la que durante dos décadas ha sido una de las muestras más prestigiosa del panorama internacional.
De cara a la presente edición, WFF ha recuperado parte de las ayudas de las que disfrutó hasta 2004, año en el que las sociedades públicas Telefilm Canadá y Société de Développement des Enterprises Culturelles de Quebec retiraron el casi millón de dólares que le proporcionaban.
Los problemas de WFF son un reflejo de la rivalidad que existe con el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), que en la última década le ha restado gran parte de su protagonismo.
Ambos festivales se iniciaron hace 31 años fruto del esfuerzo de amantes del séptimo arte que querían mostrar en sus respectivas ciudades el cine que se hacía en el resto del mundo y no sólo en la vecina Hollywood.
La francófona Montreal, cuyo festival adoptó un carácter competitivo, tomó rápidamente la delantera, en parte por el tirón cultural de la propia ciudad, entonces más cosmopolita y abierta que la anglosajona Toronto. Durante años, el festival de Montreal estuvo asociado con el cine de arte y de calidad, y fue el favorito de muchos directores europeos a la hora de estrenar sus filmes. Pero, poco a poco, Toronto aprovechó el espacio dejado por Montreal -el aspecto más comercial- y se afianzó como el festival al que acuden productores y distribuidores. Y, gracias a su carácter no competitivo, muchos estudios, directores y actores de renombre acuden al TIFF más relajados y cómodos que a otros festivales.
Acusaciones de favoritismo
Los problemas internos del Festival de Montreal y las habilidades comerciales del de Toronto acabaron por cambiar las tornas en la última década. El hecho que terminó de desequilibrar la balanza en favor del segundo se produjo en 2004. Ese año, Wayne Clarkson se hizo cargo de la entidad pública Telefilm Canadá. Clarkson, que había sido director del TIFF entre 1978 y 1986, canceló la subvención del WWF y, un año después, Telefilm Canadá patrocinó en el propio Montreal un festival alternativo, festival que fracasó de forma estrepitosa.
Las decisiones de Clarkson han sido interpretadas por los responsables del Festival de Montreal como muestra de su descarado favoritismo hacia el de Toronto. El mismo jueves, día en que se inauguró la presente edición del WWF, su vicepresidenta, Danièle Cauchard, repitió esa acusación, con una alusión directa a las relaciones entre Quebec y el Gobierno federal. «Clarkson -dijo- está defendiendo los intereses de Toronto y el Festival de Montreal es la víctima. Quizás es lo que significa cuando hablamos del federalismo asimétrico».
Clarkson ha negado de plano las acusaciones de favoritismo. Sin embargo, el periódico «The Globe and Mail» publicó ayer que mientras que el TIFF de Toronto recibió el año pasado cerca de 450.000 dólares en ayudas directas de Telefilm Canadá, y percibirá una cantidad similar este año, la subvención para WFF se ha limitado a 100.000 dólares para traducir películas a inglés y francés.
Pero, más allá de las disputas, el hecho es que Canadá y Quebec mantiene dos festivales de categoría mundial que en las próximas semanas proyectarán conjuntamente la impresionante cifra de 799 películas. 450 de ellas podrán verse en las pantallas de Montreal, hasta el 3 de septiembre; las 349 restantes, en las de Toronto, entre el 6 y el 15 de septiembre.