Una sobredosis -al parecer, accidental- de somníferos y antidepresivos acabó el 27 de agosto de 1967 con la vida de Brian Epstein, quien cuarenta años después de su muerte permanece en la leyenda de los Beatles como el «descubridor» del grupo.

Las biografías sobre los Beatles conceden a Epstein un papel crucial en su éxito, pero sus más acérrimos partidarios consideran que sus méritos no han sido aún suficientemente reconocidos. Por ese motivo han puesto en marcha una web (brianepstein.com) en la que piden apoyos para que se le conceda la medalla de la Orden del Mérito Británico -que los Beatles recibieron en 1965- y que su nombre sea incluido en el Salón de la Fama del Rock.

Los chicos de The Cavern

Nacido en 1934, en Liverpool, Epstein tuvo una infancia conflictiva y, en su juventud, pasó a hacerse cargo de las secciones musicales de las tiendas de su padre. Se vanagloriaba de ser capaz de conseguir para sus clientes cualquier vinilo. Un día, uno de ellos le pidió un disco titulado «My Bonnie», interpretado por un grupo del que Epstein jamás había oído hablar. Epstein averiguó que el disco había sido grabado en Alemania por un cantante de nombre Tony Sheridan, que se había hecho acompañar de una banda de Liverpool -en efecto, los Beatles- que solía actuar en el club The Cavern. Allí se dirigió un 9 de noviembre de 1961. Sobre el escenario encontró a cuatro muchachos vestidos de cuero. «Quedé fascinado con ellos», confesó Epstein en su autobiografía, «Un desván de ruido». Pocas semanas despuésse convirtió en su mánager y, no sin esfuerzo, consiguió que, en septiembre de 1962, grabasen su primer disco con Emi, «Love me do/P.S. I love you», que los catapultó a la fama.

La muerte de Epstein dejó al grupo sin timón. «Cuando murió, supe que ahí acababa todo», dijo John Lennon. Los Beatles se separaron en 1970.