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Asier Ecenarro Arancibia Eibar

Globalización de la gomina

Es habitual en círculos académicos, cursos de verano o seminarios sobre el tema definir la globalización como un proceso de homogeneización cultural en detrimento de las culturas nacionales y de los pueblos, un proceso de americanización en el que las cosmovisiones, lenguas y formas de vida se van diluyendo mientras que el american way of life se impone.

Pero si uno se detiene a reflexionar sobre el tema y a analizar cómo se produce el fenómeno en cada caso, podrá comprobar que el resultado no es una homogeneización, una tabula rasa. De la misma forma que en lo político EEUU dispone siempre de un séquito de estados bananeros que le acompañan en sus agresiones, en lo cultural también tiene en cada país gente asimilada que actúa como soldadesca.

En Euskal Herria globalización y españolización van de la mano. Por eso lo que llamamos homogeneización es una fagocitación. En nuestro caso, el euskera y la cultura vasca llevan todas las de perder si continuamos sonriendo al caballo de Troya. Es una actitud bobalicona a más no poder el dar la bienvenida a todos los cantantes prefabricados que nos envían desde España. Toda la geografía vasca llena de conciertos de Alejandro Sanz, Bustamante, David Civera... con sus canciones insustanciales. Pero la insutancialidad y la banalidad son dos de los males de nuestro tiempo más extendidos por la americanización y la españolización. Y esto, lo más grave quizás , se hace con el visto bueno de las instituciones y los ayuntamientos vascos, que en vez de defender nuestra música y a nuestros músicos se dedican a traernos a todo el cutrerío de los triunfitos.

Hace tiempo escribí que incivilizado no es sólo el que desprecia la cultura de los demás, sino el que desprecia la suya propia. El filósofo Martin Heidegger declaró: «Sé por experiencia y la historia humana que todo lo esencial y grande sólo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición».

Algunos estarían encantados si llegara el día en el que en Euskal Herria no quedase ni rastro del euskera en la vida colectiva y que todo fuesen bulerías, bisbales y pelos engominados. Pero eso no va a suceder. A pesar de ellos.

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