Un trecho de la Gran Muralla en su recorrido por el noroeste chino está a punto de desaparecer debido a las tormentas de arena que azotan la zona, según advirtió en el día de ayer un arqueólogo citado por la agencia estatal Xinhua.

La sección, que tenía unos 60 kilómetros en los años ochenta, fue construida principalmente con barro, en vez de ladrillos y piedras, lo que la hace más vulnerable a la erosión, explicó Zhou Shengrui, antiguo director del museo del distrito de Minqin (provincia de Gansú), donde se encuentra el tramo amenazado.

Más de 40 kilómetros han sido ya devorados por la arena y, a menos que la vegetación local se recupere y las tormentas sean contenidas, el resto del tramo podría sucumbir pronto.

Según el antiguo director del distrito de Minquin, la agricultura extensiva practicada en el área desde hace medio siglo ha agotado además los recursos hídricos subterráneos y ha destruido la ecología local, ante la irrefrenable extensión del desierto Badain Jaran, que se extiende ya por más de 40.000 kilómetros cuadrados.

Desertización

La desertización afecta ya directamente a 400 millones de chinos y avanza en el país a un ritmo de 1.283 kilómetros cuadrados al año.

En estos momentos el 18% del territorio nacional, sobre todo en las zonas del norte y del oeste, es ya un área desértica, según los datos difundidos por la Administración Estatal Forestal.

Una de las zonas más amenazadas por este fenómeno es la región autónoma de Mongolia Interior, en el norte, donde un tercio del total de la superficie está afectada por la desertización.

Asimismo, el desierto conocido como Kubuqi, el noveno más grande de todo el mundo, ha comenzado a erosionar la cuenca hidrográfica del Río Amarillo, según publicó ayer la agencia China News Service.