Molesta por cómo la prensa británica interpreta sus decisiones
Los «eurobulos» no le hacen gracia a la UE
Un poco de verdad por aquí, un poco de inventiva por allí. Si a eso le añadimos una pizca de sentimiento antieuropeo y estos ingredientes los aliña la poderosa prensa sensacionalista británica, están listos los conocidos como «euromitos» o «eurobulos». Son noticias alarmistas y manipuladas sobre normativas dictadas por la Unión Europea.
Joseba VIVANCO
Obligarán a nuestros albañiles a no quitarse la camiseta bajo el sol», titulaba hace un par de años el diario británico ``The Sun''. Se refería a una supuesta decisión de la Unión Europea. De inmediato, los responsables de prensa del organismo europeo se vieron obligados a aclarar que no había ningún plan en tal sentido. Los hechos ajustados eran que los parlamentarios tenían previsto votar propuestas que planteaban a los empresarios de la construcción la necesidad de que fuera evaluado el riesgo de daño ocular y cutáneo entre los albañiles que se ven obligados a trabajar al sol durante horas. Pero de ahí a impedir por ley que los empleados del andamio no pudieran mostrar sus pectorales, mediaba un trecho.
Este ejemplo no es sino uno más de los muchos con los que tiene que lidiar la oficina de prensa de la Unión Europea. Es lo que se ha dado en bautizar como `euromitos' o `eurobulos'. Noticias falsas o figuradas sobre la institución con sede en Bruselas y que son difundidas por algunos medios de comunicación, especialmente británicos, por aquello de su adversión a la Europa continental.
Tanta es la preocupación de los responsables comunitarios que la propia página web de la UE acaba de colgar un informe en el que recoge un buen número de estos euromitos publicados en los últimos años, con el ánimo de desmentir este tipo de informaciones. «Estas noticias enganchan, pero llevan consigo una carga peligrosa que se difunde rápidamente por internet y otros medios de comunicación, calan en la opinión pública como verdaderas y van formando en la sociedad un concepto de la UE como controlador metomentodo», argumenta este organismo.
Y es que los titulares adaptados por alguna prensa, habitualmente llamada amarilla, sobre algunos decisiones comunitarias se las traen. «Las últimas normas de la UE harán que las británicas engorden hasta estar irreconocibles», encabezaba una información ``Daily Express''. Y todo por una controvertida normalización de las tallas, basada en el centímetro y no en la pulgada. Y quien dice prendas de vestir, titulaba en otra ocasión que la UE quería armonizar las tallas de los preservativos.
Rumores o medias verdades que se convierten en «verdades aceptadas». Como cuando un semanario danés publicó que el seguro médico de los funcionarios europeos cubría la Viagra. «Omitió mencionar que sólo es así en casos de impotencia causada por enfermedades tan graves como el cáncer», responde Bruselas. Actualmente, de los miles de empleados, ese reembolso sólo se ha concedido a unos diez.
Precisamente a la impotencia se refirieron algunos medios, aseverando que las monedas de 1 y 2 euros la podían provocar. Incluso se publicó el caso de un alemán que atribuía su problema a un billete de diez euros. Pero quizá la idea más extendida fue la de que el níquel de las nuevas monedas que entraron en circulación producían alergias cutáneas. Pero nada de eso era cierto.
Y una tras otra, la UE se ve obligada a poner los puntos sobre las íes. Como cuando la prensa amarilla británica tituló que Bruselas prohibía los plátanos excesivamente curvos. Una manera muy particular de interpretar una normativa por la cual las bananas de `clase extra' deberían estar «exentas de deformaciones y sin curvaturas anormales», una petición que, además, partía de los propios fabricantes y consumidores, y que los parlamentarios trataban de aplicar con la ley.
Algo parecido sucedió con las nueces de Brasil. El ``Daily Mail'' publicó un artículo justo antes de una Navidad aseverando que en Gran Bretaña habría escasez de este producto, acompañamiento tradicional en esta época del año. Según se decía, la UE lo había prohibido. «No estamos prohibiendo nada», tenía que responder el responsable de prensa de la UE en Londres. «Tenemos restricciones importantes, pero sólo cuando se trata de nueces de Brasil con cáscara, porque se han descubierto algunos lotes con altos niveles de toxinas, algo que es preocupante». Pero es que a las nueces brasileñas, le han seguido titulares similares en los que el máximo organismo europeo prohibía la nieve artificial, los caballitos que se balancean o hasta el recreo de los escolares.
Ha habido titulares sobre que la UE podría prohibir los pasteles caseros de los eventos de las iglesias; de que insistía en que los europeos canten un nuevo himno europeo en el que prometen lealtad a la «patria madre», al estilo estalinista; o que había ordenado al Gobierno británico cambiar los nombres de la Estación de Waterloo y de la Plaza de Trafalgar porque constituían una ofensa para los franceses.
Las mujeres devolverán los vibradores
Lo cierto es que resulta difícil entender cómo pueden idearse algunos de estos titulares. ``The Sun'' llegó a informar que las mujeres estarían obligadas a devolver sus juguetes sexuales usados, según una nueva reglamentación de la UE. Era el resultado de una directiva para promover el reciclaje y evitar que los equipos eléctricos se tiren en vertederos, y que cubría objetos como ordenadores o teléfonos, pero en la mente de un periodista, también los vibradores.
Como cuando se publicó que Bruselas ordenaba que los ``Bombay mix'' de los restaurantes indios pasarían a llamarse ``Mumbai mix'', adaptándose al nuevo nombre de la ciudad. Fue algo que se le ocurrió al redactor de una agencia de prensa porque «quedaría ideal en este tipo de periódicos».
Muchas de las noticias publicadas parecen ridículas -una llegaba a hablar de una supuesta orden a los granjeros para dar juguetes a los cerdos y otra de la prohibición de mostrar los dientes en las sonrisas-, pero además del lado cómico del asunto, las instituciones europeas insisten en denunciar con esta iniciativa la falta de integridad periodística que impide que el publico británico conozcan la auténtica realidad de las políticas e instituciones de la Unión y dejan un poso negativo en la opinión pública.
La página web comunitaria recopila noticias desde los años noventa hasta hoy y se pueden destacar algunas como que las fresas deben ser ovaladas, que la UE exigía una Mama Noel, que se iba a regular el diámetro de las pizzas o que los pescadores tenían que llevar redes para el pelo. Curiosa fue la noticia de varios diarios sensacionalistas sobre el fin del salmón ahumando en los mercados. Lo cierto es que la UE se había limitado a fijar un borrador con estándares de seguridad, ya que las sustancías químicas empleadas en la producción de sabores ahumados se extraían de la combustión de madera condensada, que podía contener agentes carcinógenos.
¿Qué hacer?, se pregunta la ue
En 1993 el propio ministerio británico de Asuntos Exteriores llegó a publicar un folleto para analizar algunos de esos maliciosos malentendidos sobre la UE. Recogía hasta cuarenta inexactitudes, exageraciones o mentiras, entre las que destacaban algunas como la noticia de que los ingleses deberían ser enterrados en ataúdes extranjeros (por no responder los suyos a la normativa comunitaria). Pero quizás el bulo más asombroso fue que la imagen del presidente de la UE entonces, Jacques Delors, iba a sustituir en los billetes y monedas a la efigie de la soberana.
¿Y qué hacer ante noticias tan poco rigurosas? Los responsables de prensa de Bruselas discuten si combatir con dureza una historia que lleva a error es la mejor manera de acabar con ella, o si lo único que se consigue es que se dé mayor dimensión a la noticia. Según reconocía un portavoz, la refutación sólo funciona si la información contiene un error fáctico. Si no, y si sólo se trata de una exageración u opinión, entonces «uno se puede meter en un verdadero problema» si trata de parar la historia.
El problema, según reconocen los dirigentes de la UE, es que la institución no es un derroche de comunicación hacia sus millones de ciudadanos. Las encuestas no hablan bien del conocimiento que los europeos tienen de la UE y los datos de los índices de participación en las elecciones al Parlamento Europeo no son nada halagüeñas. De ahí que se piense que estas noticias poco realistas hacen un grave daño a la institución. Así las cosas, sólo le resta esperar a leer cuál será el siguiente «despropósito de Bruselas».
Una directiva europea del 10 de octubre de 2001 reguló las condiciones mínimas para el bienestar porcino en las granjas. Indicaba sobre los cerdos que éstos «deben tener acceso permanente al material necesario que permita actividades de manipulación como paja, heno o serrín». La prensa británica lo interpretó como que los cerdos debían tener juguetes en las granjas, algo que tuvo que desmentir el propio comisario de Sanidad David Byrne. Y todo por tratar de satisfacer una necesidad innata de estos animales, la de empujar cosas con el morro, algo que les calma y mucho.