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Tomás Trifol profesor y licenciado en Ciencias Humanas

El poderoso enemigo

Son palabras sonoras, huecas por dentro y atrayentes por fuera. Transversalidad, centralidad, radicalismo, pactos a diversas bandas, logros políticos a base de negociaciones arduas y serias, etc. Las usa quien las usa, siempre para lo mismo, para confesar su falta radical de cualquier fuerza frente a sus oponentes a los que nunca se opuso lo mas mínimo. Ellos lo tienen claro, ¿oponer el qué? ¿Qué puede oponer quien no tiene fuerza política, ni social ni de ninguna clase que oponer? Sólo puede ofrecer al poderoso enemigo sus buenas artes para desbaratar la decencia que les queda a alguno de los suyos y frustrar al resto de los demás. Luego presentar las prebendas bien ganadas, por ejemplo, atacando manifestaciones de raíz e intenciones pacíficas, como artes de la transversalidad y la centralidad.

Una manifestación «pro-etarra» en un acto deportivo desluce en el Madrid de la Corte. Antes, aunque estas actuaciones daban más votos que quitaban, ahora con las sociologías cambiantes deberían tener más cuidado. En estos días, la mayoría de los currelas de Euskal Herria saben a quién representan los tales en esta comunidad. Todos los sindicatos coinciden en llamarles los lacayos de la patronal organizada políticamente. Pena que todavía otros partidos que llevan haciéndoles el juego durante años no hayan sido desenmascarados como ellos por aquello de su radicalidad nacionalista y su pertenencia a las PYMES.

Desbaratar la posible consulta popular en la Comunidad Autónoma es un acto de centralidad posible para la patronal y el Gobierno de la Nación. Así que, Ibarretxe o no Ibarretxe, algo encontrarán para salir del mal trago.

Porque les da igual que un lehendakari empeñara su palabra, la tenga que mantener y que tenga por testigo a la ciudadanía. Ellos no saben de decencia, son indecentes por naturaleza política. Son como la Iglesia Católica de los 1.700 años de historia. A pesar de que hubo un montón de eclesiásticos que estuvieron con los desheredados, la «Iglesia» fue uno de los poderes fácticos más temidos de la historia europea. Así que si se da una consulta popular o referéndum, aunque parcial y más testimonial que efectivo, será un logro de todos los ciudadanos demócratas y decentes de este país.

Maientras, Rodríguez Zapatero, más que un modesto baño de masas en Rodiezno (Leon), se dio una ducha a temperatura ambiente, pues a juzgar por los aplausos, la dureza del Estado contra ETA, la violencia, y todo el verborreo inservible de los últimos treinta años, no generó ninguna clase de entusiasmo en los trabajadores y los currelas de aquella región. Dudamos que esta clase de historias lo hayan generado nunca y es que la ciudadanía española hace tiempo que entrevió entre nublados y tormentas que si la banda terrorista seguía existiendo sería por algo no resuelto políticamente y en donde las reglas generales de la democracia hacían agua con sus propios nubarrones.

Ya sabemos que el análisis preelectoral del PSOE consist, no en entusiasmar a sus votantes por la izquierda, sino en desarmar las ganas de ir a votar de un montón de gente que vota a la derecha por aquello de la tan cacareada amenaza de la presunta ruptura de la unidad. De su patria, claro, que no de un espacio de convivencia neutral y aceptado. Si esto último fuera verdad existirían, por ejemplo, selecciones nacionales deportivas. Entonces cabría hablar del espacio progresista de unidad constitucional y no de la unidad de su patria que es la que conlleva las afectividades y los sentimientos

Y como España en estas cuestiones tiene carta blanca de la Unión Europea y como cada país tiene un porcentaje de opacidad donde los rayos de la democracia jamás penetran, cualquier día de estos si se les tercia para sus cálculos, partidos y organizaciones de la izquierda abertzale podrían ser ilegalizados de un plumazo so pretexto de las bombas de ETA. Las pruebas serían las mismas que han sido hasta ahora. «Pruebas sexuales» que decíamos con sorna en tiempos de Franco, es decir porque se les «pone en sus partes» para sus fines.

Oponer a toda esta represión secular y sistemática justezas de lineas ideológicas donde todo el mundo estaba equivocado excepto nosotros, o apoyarse siempre en reiteradas razones de ética y de democracia, no conduce históricamente a ningún sitio si no se pone también alguna fuerza activa en el racionamiento.

Y entre las bombas de los unos y la transversalidad de los otros, el mantenimiento claro de unos mínimos objetivos, un compromiso claro e inequívoco de los líderes políticos y los ciudadanos, una unidad de todos los agentes en cuestiones claves relacionadas con la igualdad para todos y el derecho de decisión sin ambagages, tapujos y pretextos encaminaría a este País Vasco hacia el sosiego y la normalidad que tanto necesita. Son palabras bonitas, huecas si en el día a día no se llevan a la práctica con actos y no con verborreos.

No se puede venir a Ondarroa a personarse en la creación de ninguna gestora cuando la democracia en Ondarroa pronunció su veredicto. No se puede insultar a los que gritaban en el salón de plenos. No se puede apelar a la centralidad desde la imposición coercitiva. No es el mal menor el que les guía, es su ansia de servir a la voz de su amo y encima tirar la piedra y esconder la mano. Los grandes males se han hecho siempre a base de la acumulación de males menores. Y es que se recorrerá otra vez el arduo camino insensato de la violencia desafortunada del quiero y no puedo, que tan bien va a quienes viven de ella para sus fines de control y de dominación y que no son por supuesto quienes ponen las bombas.

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