No es ningún descubrimiento que la política vasca camina desde hace años ayuna de definiciones (...): paz, normalización política, bienestar social... son ideas que revolotean continuamente en los documentos políticos y en la prensa, pero resulta difícil que un responsable político se avenga a concretar su significado.

El último término de moda en la política vasca adolece también de esa misma carga de indefinición: la transversalidad (...).

(...) Zabaleta se pone a sí mismo y a NaBai como ejemplo de política transversal, a pesar de que luego el PSOE no le haya correspondido; Imaz aboga por la transversalidad en nombre del pragmatismo, y la prensa española entiende que está lanzando guiños al PSOE; Errazti cree que la tal transversalidad es en realidad un anzuelo del PSOE que apenas esconde el derecho a veto... Todo mientras los socialistas dicen estar dispuestos a nuevos acuerdos (al menos en la CAPV), mientras vetan el experimento transversal en Navarra asegurando que habría resultado «incierto, frágil y quizás efímero», porque NaBai es un «conglome- rado» y porque la política navarra habría quedado «excesivamente condicionada a los avatares de la política vasca».

Es posible que Ferraz crea en las virtudes de la transversalidad política, pero ni de lejos puede deducirse del discurso de José Blanco. Además de no haber satisfecho a su militancia navarra, ha vuelto a dar argumentos de calado a quienes no ven en el debate de la transversalidad más que juegos malabares para retrasar el momento de hincar el diente al núcleo del problema, y ha reforzado la idea de que al PSOE los únicos acuerdos transversales que le gustan son aquéllos en los que tiene la sartén por el mango. (...)