Incapaz de cambiar el paso cuando el marcador se le vuelve adverso, las limitaciones albiazules de cara al marco contrario propiciaron la tercera derrota consecutiva de un Alavés que comienza a sembrar dudas por su incapacidad anotadora -tres partidos sin marcar-. Una vez más, el equipo de Josu Uribe volvió a estar a la altura del rival en cuanto a pelea e intensidad, pero cuando la negación en el último tercio de campo es tan evidente, cualquier accidente como el gol de Casado ayer se convierten en definitivo.

El gol del rival volvió a llegar de balón parado, pero el tanto del lateral zurdo no puede ser achacado a otra falta de concentración sino al acierto de Casado en un lanzamiento desde unos 35 metros que obligó al equipo gasteiztarra a cambiar el guión previsto, aflorando las dificultades albiazules de jugar con el marcador en contra.

Hasta ese minuto 36, el equipo gasteiztarra se defendió con relativa comodidad con el sistema de contención diseñado por Uribe, en el que Iñigo Calderón vio premiado su gran partido de Copa ante el Nastic con la titularidad por delante de Edu Alonso, y Natxo Garro también entró de inicio, como ya hiciera en Tarragona en el estreno liguero.

Muy planos

Hasta que el marcador se desniveló, el Alavés se sintió cómodo en un partido de pocas ocasiones, aunque dispuso de alguna más que el Sevilla Atlético, pero ya se intuía que la dependencia de Aganzo en ataque podía pasar demasiada factura.

Y es que, a falta de un canalizador del juego -Sergio Rodríguez se quedó en Gasteiz- se centraron demasiado en esperar un error rival o alguna aparición del delantero -el técnico sacrificó profundidad por defensa con la entrada de Calderón por Samuel- y éste acusó el esfuerzo físico de disputar 270 minutos en una semana.

A partir del momento en el que se desniveló la balanza, el Alavés lo intentó con más corazón que cabeza y con pocos argumentos más que dos posibles penaltis por empujón a Calderón y agarrón a Mena.

Uribe tardó algo más de lo esperado en tratar de cambiar el guión desde el banquillo, pero también es cierto que fue en los primeros minutos de la reanudación cuando más se abrió el partido, con oportunidades claras para ambas escuadras.

Bernardo se lució en el primer minuto de la segunda parte en una doble ocasión y Aganzo no llegó a conectar con el balón en un córner en el que éste se paseó por delante de la línea de gol de Varas.

Incorporándose desde el banquillo, Samuel y Gabri intentaron aportar más chispa al partido, pero el choque volvió a decrecer en intensidad mediada la segunda mitad, hasta que la entrada del debutante Raúl Sánchez llevó a los de Uribe a tomar mayores riesgos, jugando prácticamente a la desesperada.

Como suele suceder en muchos de estos casos, el remedio terminó siendo contraproducente, ya que los jugadores albiazules apenas inquietaron en un balón que Gabri se encontró al borde del área pero que mandó muy lejos de la portería rival, mientras que el filial sevillista hizo que Bernardo se convirtiera en el mejor jugador albiazul de una matinal mucho menos calurosa de lo esperada, tanto en lo meteorológico como en la intensidad de un Alavés flojo que se estanca en el pozo de una clasificación que empieza a apretar.