Cuando se ponen vetos a la libre circulación de trabajadores de los Veintisiete por la UE -moratoria impuesta a búlgaros y rumanos para trabajar en el ámbito comunitario- y cuando se levantan barreras policiales a la entrada de «sin papeles», Bruselas abre la puerta sólo a mano de obra inmigrante cualificada. Inspirándose en la «carta verde» americana para atraer a los trabajadores más cualificados, la Comisión Europea presentará el 23 de octubre una directiva que regule y facilite la entrada y condiciones de residencia para este tipo de trabajadores que podrían luego desplazarse, bajo determinadas condiciones, a un segundo Estado miembro para trabajar, siempre que se hayan pasado dos o tres años de residencia en el primer Estado.

Con este permiso de trabajo 0 «tarjeta azul», Bruselas quiere atraer a trabajadores altamente cualificados para hacer frente a escaseces específicas derivadas del envejecimiento de la población, según explicó el comisario europeo de Justicia, Libertad y Seguridad, Franco Frattini, en la Conferencia de Alto Nivel sobre Inmigración Legal que se ha celebrado en Lisboa.

Aseguró que la mitad de los inmigrantes originarios de los países mediterráneos, de Oriente Medio y África septentrional poseedores de un título universitario residen en el Canadá y Estados Unidos, mientras que Europa acoge un 85% de los que no hicieron estudios superiores.

«Movilidad europea»

Invertir ese tendencia sería el objetivo de la «tarjeta azul», una una nueva visión de la emigración a la que Frattini denomina «movilidad europea».

«Europa tiene que competir con Australia, Canadá, Estados Unidos y el creciente poder de Asia, pero la inmigracion sigue siendo todavía negativa y lo será a medio plazo porque todavía hay que lidiar con la parte oscura del fenómeno», dijo.

También resaltó algunos de los aspectos que, a su juicio, cobrarán especial importancia en los próximos años, como el hecho de que, a pesar de la reciente ampliación de la Unión Europea que ha llevado a la pobla- ción de la UE hasta los 490 millones de personas, la población irá disminuyendo y en 2050 un tercio de los europeos será mayor de 65 años.

Eurostat, la oficina estadística europea, augura un declive de la población activa para 2011 y muchos Estados miembros como Alemania, Hungría o Italia ya están experimentando este descenso en sus tasas de población activa y, por tanto, el reto de una población envejecida y sus consecuencias sobre el mercado laboral es una pauta común a la mayoría de los países europeos. «Y ese reto no tiene que subestimarse», advirtió el comisario europeo.

Es más, argumentó que países que han experimentado un rápido crecimiento económico en estos últimos años «se han beneficiado claramente de los flujos de trabajadores cualificados tanto de dentro como de fuera de la UE». «En toda la Unión Europea se necesitan trabajadores cualificados en todos los niveles, el reto es atraer a los trabajadores que necesitamos para ocupar determinados sectores», prosiguió el comisario.

La iniciativa en la que trabaja la Comisión Europea plantea que los trabajadores puedan acumular los periodos de residencia legal en diferentes Estados miembros para obtener más rápidamente el permiso de larga duración.

Frattini indicó que este esquema se podría aplicar a «los nacionales de terceros países que ya residen legalmente en un Estado miembro de la UE» y que cumplen los requisitos, por ejemplo, estudiantes.

Dado que las necesidades del mercado laboral difieren claramente de un Estado miembro a otro, el comisario Frattini propone un sistema común no demasiado rígido que combinaría un grado de armonización con cierta flexibilidad.

Frattini también encuentra en esta fórmula ventajas para frenar la fuga de cerebros porque alega que, según diferentes estudios, los trabajadores cualificados ejercen una presión positiva sobre los mercados labora- les de sus países de origen, que a su vez cuentan con las remesas enviadas por los emigrantes y en ocasiones con el retorno de algunos de sus ciudadanos.

«Nuestro objetivo claramente debe ser minimizar los efectos negativos de la inmigración y resaltar los beneficios de la misma para la UE y sus ciudadanos», subrayó. La iniciativa ya ha recabado las críticas del ministro alemán de Economía, Michael Glos.

La primera economía europea «no puede acoger a mano de obra en masa; necesita sólo mano de obra específica que no se mantendrá en el futuro», precisó Glos.