Pones un título con todo el raciocinio posible y te dan ganas de salir corriendo o de meterte en camisas de once varas. La referencia expresa es sobre televisión y cine, pero claro, podríamos hablar de la versión española de la noción de Justicia. Entonces nos deberíamos poner muy serios, porque es una costumbre ancestral que se sepa de parte de quién se firman los considerandos y hasta los más duchos en la materia reconocen al que ha dictado las argumentaciones, en muchas ocasiones impresas antes en medios de comunicación que parecen ser los que mandan, o dicho en versión española: dictan.

El programa que presenta Cayetana Guillén Cuervo en La 2, dedicado al cine y, «Versión española», cumple diez años, es decir, muchas entregas repasando aquellos filmes que obtuvieron el reconocimiento del público, los que solamente lo tuvieron de la crítica, los que no lo obtuvieron de ninguno de los dos y, en demasiadas ocasiones, los filmes que ni siquiera llegaron a la exhibición comercial, asunto que sucede con excesiva frecuencia y que es un síntoma elocuente de una grave enfermedad en algo que se considera una industria. O que pretende serlo.

Como se ha lanzado una capa de cemento, chapapote y aislamiento isotérmico sobre aquello que alguna vez se llamó cine vasco, como al cine catalán se le hacen siempre dobles o triples versiones para poder acceder al mercado global, lo cierto es que el programa televisivo ha venido alimentándose de cine en «versión española», pero creado en otras cinematografías, especialmente latinoamericanas. Esta es la parte elocuente, la de dejar constancia de la realidad. El programa con un formato simple, con presentación y tertulia con protagonistas de cada filme, ha creado una suerte de cine-club para el recuerdo y la posibilidad de ver lo invisible.

Es posible que dentro de unos meses alguna de las tres películas elegidas como candidatas para representar a la Academia española en los Oscar tengan su cabida, porque se da la circunstancia de que ninguna de las tres candidatas han sido estrenadas. ¿Un riesgo, una inconsciencia, un diagnóstico negativo, un apoyo publicitario? Veremos.