(...) Una visión convencional de los McCann es que están siendo devorados por el tigre sobre el que pretendían cabalgar; a los medios de comunicación les gusta más manipular que ser manipulados, y a la policía portuguesa no le interesa que la pongan en ridículo. Ahora bien, en el caso de que se hubieran comportado de otra manera, ¿qué habría ocurrido? Los McCan harían bien en estudiar el caso Lindbergh. (...)

Toda la publicidad que han conseguido los McCann, incluso con la visita al Papa, las pulseritas y las declaraciones de David Beckham y Gordon Brown, tuvo ya su antecedente e nel caso del niño de los Lindbergh y aún se queda corta en comparación. En aquel caso, a medianoche se habían cortado las carreteras de todo el Estado; al día siguiente, 100.000 policías y voluntarios se pusieron a peinar los campos, y en el jardín de los Lindbergh se habíán congregado 400 periodistas. Había aviones sobrevolando la región en círculos para sacar fotos. Presidentes, primeros ministros y el príncipe de Gales expresaron sus esperanzas y su solidaridad.

(...) El señor Lindbergh no quería aquella publicidad. Ya sabía, como quizá sepan ahora los McCann, cómo se iban a comportar los periódicos. Por el mero hecho, valeroso pero muy simple en sí mismo, de haber sido el primer piloto en cruzar el Atlántico en un vuelo en solitario se había convertido en un héroe a escala mundial. La prensa le había hecho famoso, pero él despreciaba la falta de precisión de sus informaciones y sus invenciones. Ahora que era responsable de la búsqueda de su hijo (...), los periódicos empezaron a tener la sensación de que se estaba comportando de manera desleal al no prestarles atención.

(...) El caso Lindbergh produjo un estremecimiento sin precedentes a lo largo y ancho de EStados Unidos e inspiró a un norteamericano de origen japonés, el diseñador de muebloes Isamu Noguchi, el invento de un nuevo aparato, la radio nurse (literalmente, la niñera por radio), conocido ahora entre nosotros como intercomunicador. (...)