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Sentimientos atrapados

«Fados»

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Koldo LANDALUZE

En esta su última propuesta, el veterano Carlos Saura persevera en su intento por plasmar en imágenes las emociones íntimas que transmiten la música y la danza. Al contrario de sus dos anteriores obras -«Flamenco» (1995) y «Tango» (1998)-, este ambicioso proyecto que cierra su engañosa trilogía sobre géneros musicales únicos, contaba con un mayor plus de riesgo ya que, y sin querer pecar de purista, el fado se mueve dentro de unas coordenadas emocionales y sonoras que admiten muy pocas variaciones. Intentar plasmar en imágenes de la rotundidad emotiva de estas canciones arrabaleras que han inspirado todas las lágrimas y desamores que habitaron los ambientes portuarios desde finales del siglo XIX, no requería de demasiados excesos visuales. El fado esquiva la luz, se mueve entre la penumbra y el baile a dos no sirve si se compone de coreografías livianas y calibradas en cada gesto y detalle. En cada una de sus obras anteriores, Saura reconvierte la música en un sentimiento atrapado, un vehículo estilista que justifica el artificio de los filtros y la fotografía detallista. Resulta incomprensible que la música se quede encerrada entre decorados minimalistas y no pueda saltar a la calle para recuperar su esencia primitiva. El fado, a través de la cámara de Saura, es un ejercicio estético que reniega de las callejas y paredes desconchadas de los arrabales lisboetas y se muestra como un difuminado sonido que acompaña bailes de salón donde cada movimiento ha sido estudiado al milímetro.

Otro de los aspectos más polémicos ha sido la inclusión de cantantes que, sólo por proximidad cómplice, han incluido este tipo de música en sus repertorios. ¿De qué sirve incluir a los autores más destacados del panorama fadista, si se priman otras voces como la de la mexicana Lila Downs o la de los brasileños Caetano Veloso y Chico Buarque? Pero, lamentablemente, tampoco varía mucho el panorama cuando hacen acto de presencia sobre los escenarios minimalistas las poderosas presencias de las cabo-verdianas Cesárea Evora y Lura, y los referenciales Camané, Carlos de Carmo y Mariza. Por mucho que se quiera ocultar la evidencia tras el envoltorio fotográfico y la sonoridad digital, todo en «Fados» se mueve dentro de unas coordenadas prestablecidas y que nunca invitan a la sorpresa. Se dice que el Fado sólo existe mientras sucede; nada de esto ocurre en la película.

Zabaltegi

Director: Carlos Saura.

Int.: Mariza, Camané, Carlos Do Carmo, Lila Downs, Caetano Veloso, Chico Buarque.

Guión: Carlos Saura.

Género: Musical.

Duración: 90 minutos.

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