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Crisis en Myanmar

El Ejército birmano reprime a los manifestantes en las calles

La Junta Militar de Myanmar cumplió ayer sus amenazas y reprimió duramente las manifestaciones encabezadas por monjes budistas. El Ejército tomó los puntos estratégicos de Rangún y testigos señalaron que los soldados entraron en los monasterios. Al menos tres religiosos y un civil murieron en una jornada marcada por los enfrentamientos que se saldaron con un centenar de heridos y cerca de 200 detenidos.

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GARA | RANGÚN

La intervención del Ejército birmano se cobró ayer la vida de, al menos, tres monjes budistas y un civil y causó heridas a un centenar de personas, algunas en estado grave. Además, alrededor de 200 manifestantes, incluidos 80 bonzos, fueron golpeados, detenidos y trasladados a centros de detención. Según relató un oficial birmano bajo la condición de anonimato, los enfrentamientos con los monjes se produjeron principalmente en las cercanías de la pagoda de Shwedagon, punto neurálgico de las movilizaciones. Explicó que uno de ellos murió por disparos cuando intentaba desarmar a un soldado mientras que otros dos fueron abatidos. Los soldados también lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes que intentaban sobrepasar la barrera policial.

Los militares incrementaron su presencia en lugares estratégicos de Rangún, principalmente, en la sede la Liga Nacional para la Democracia (LND) -liderada por la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi-, y en las pagodas de Shwedagon y Sule.

Ambas amanecieron rodeadas por las tropas y fueron escenario de violentos enfrentamientos con el Ejército que reprimió duramente las protestas.

En el barrio alto de Alhone, distrito comercial situado en el casco viejo de la capital, un testigo afirmó que policías y militares se llevaron en brazos a tres monjes que presentaban heridas de bala.

En Mandalay, situada a unos 600 kilómetros al norte de Rangún, los soldados efectuaron disparos al aire y lanzaron botes de humo para detener una multitudinaria movilización encabezada por unos 10.000 monjes. La emisora de radio Voz Democrática de Birmania señaló que, ante el intento de detener la marcha, los manifestantes cambiaron de rumbo.

Los testimonios que daban cuenta de la violenta respuesta de la Junta Militar, de las redadas masivas, del empleo de gases lacrimógenos y de disparos al aire se multiplicaron a lo largo de la jornada. Según la oposición, «soldados con fusiles de asalto rodearon los monasterios budistas y otros lugares clave».

Ante las agresiones sufridas por los religiosos, la LND denunció que son «la mayor afrenta en la historia». En un comunicado, instó a los militares a que promuevan un diálogo para resolver «de inmediato» los problemas de la nación.

Desde París, el primer ministro del Gobierno birmano en el exilio, Sein Win, informó a la agencia AFP del encarcelamiento de Suu Kyi en la prisión de alta seguridad de Insein, donde ya pasó una temporada en 2003 hasta que, a finales de ese año, fue confinada en su casa.

«Tras la manifestación del domingo a las puertas de su domicilio, fue llevada a la prisión de Insein. Lo hemos podido saber por dos fuentes de información distintas», afirmó Win.

Por su parte, la Junta Militar acusó a Suu Kyi y a los miembros de la LND de instigar las protestas. El periódico oficial «La Nueva Luz de Myanmar» sostuvo que «una radio extranjera que siempre exagera y fabrica historias» animó al monacato en Mandalay a unirse a las movilizaciones. «La mayoría de los miembros de Sangha, que desean vivir una vida de paz, se opone a los llamamientos de elementos destructivos internos y externos y de emisoras de radio foráneas para crear masivas protestas y desobediencia», destacó el rotativo en su portada.

Reacción internacional

La situación en Myanmar generó un sinfín de reacciones en la comunidad internacional. A petición del primer ministro británico, Gordon Brown, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió con carácter de urgencia. El secretario general de este organismo, Ban Ki Moon, envió de inmediato a Myanmar al emisario especial Ibrahim Gambari y emplazó a la Junta Militar a actuar con «mesura».

Por su parte, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE y Estado Unidos pidieron la apertura de un «proceso de diálogo con los líderes partidarios de la democracia, incluida, Suu Kyi y los representantes de las minorías étnicas». En un comunicado conjunto, instaron a China, India y a los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático a que ejerzan su influencia para poner fin a los enfrentamientos.

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Louise Arbour, expresó su «profunda preocupación» por el estado de los detenidos en las últimas semanas. Abogó por la libertad de expresión y por permitir las manifestaciones.

La secretaria general de Amnistía Internacional (AI), Irene Khan, denunció «el terrible historial de Myanmar en materia de derechos humanos».

«Hay más de 1.116 presos políticos, cuyas condiciones de reclusión son cada vez peores. Se sigue haciendo uso de niños soldado y mano de obra forzada. La tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes son prácticas habituales», resaltó.

«Existe un riesgo de que se adopten medidas enérgicas contra los manifestantes, por lo que es imprescindible que la comunidad internacional entre con urgencia en acción. Hay que comunicar inequívocamente al gobierno militar que si repite la represión violenta de 1988 el coste será caro», concluyó.

nicolas sarkozy

El presidente francés pidió sanciones contra Myanmar y dijo que «no permitirá que la oposición sea amordazada». Llamó a las empresas francesas, como la petrolera Total, a que «muestren la mayor contención» en las inversiones en este país.

Un golpe de Estado, comicios anulados y régimen militar

La actual Junta Militar es el resultado del golpe de Estado de 1988. Dos años después, la opositora Aung San Suu Kyi obtuvo la victoria en las primeras elecciones en casi 30 años, pero los militares las anularon y se negaron a renunciar. En 1991, Suu Kyi, símbolo de la oposición, fue galardonada con el premio Nobel de la Paz.

GARA

estrasburgo

El Parlamento Europeo votará previsiblemente hoy una resolución de urgencia que aboga por sancionar económicamente a los miembros de la Junta Militar. El texto, pactado por los principales grupos políticos, pide «acciones coordinadas».

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