IPURUA El Sevilla se llevó los tres puntos
La efectividad del rival vuelve a condenar al Eibar a la derrota
Segundo tropiezo consecutivo de los azulgranas, que se toparon con un Sevilla más serio de lo esperado. El filial hispalense aguantó atrás durante todo el partido para acabar haciéndose con la victoria en el último minuto, gracias a su única llegada al área.
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Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
El Eibar cosechó su segunda derrota consecutiva. Segundo tropiezo también en Ipurua, donde hasta ahora los azulgranas sólo han conseguido plasmar su superioridad frente al Nástic.
Como sucediera frente al Málaga, la efectividad fue la clave del partido. Le faltó al Eibar y le sobró al Sevilla. Dos veces llegó el filial andaluz al área y en la más clara, cuando se acababa de cumplir el minuto noventa, anotó el gol de la victoria.
Un castigo excesivo a todas luces para un Eibar que, si bien no encandiló como dos semanas atrás, fue dueño del partido. Un premio igualmente excesivo para su rival, que se contentó con el empate inicial durante ochenta larguísimos minutos y sólo en la recta final del choque, viendo además que los locales se quedaban en inferioridad por la tonta expulsión de Txiki, se decidió a probar fortuna.
Todo estaba calculado, según Manolo Jiménez, el primero en reconocer que sus jugadores habían llegado a Ipurua adoctrinados para defender ante el previsible empuje armero y confiarse a la puntería de sus hombres más incisivos -sus dos últimos cambios tuvieron, efectivamente, corte ofensivo- en los últimos minutos.
Lo de la táctica defensiva, desde luego, quedó claro. Baste decir que el Sevilla no lanzó un solo corner en todo el encuentro y que sólo en dos ocasiones remató a puerta. Y le salió bien, porque el Eibar tampoco tuvo muchas más oportunidades.
Las más claras llegaron a balón parado, casi siempre de las botas de Txiki; sin duda el hombre del partido junto a Moreno, autor del gol hispalense. El jugador navarro -que regresaba al once una vez superada su pubalgia- rozó la diana en al menos tres lanzamientos de falta, incluyendo un zapatazo que repelió la cruceta, pero también dejó a sus compañeros en inferioridad a diez minutos del final, cuando veía la segunda cartulina amarilla por protestar.
Salvo ese balón al palo que, como sucediera la semana pasada en La Rosaleda, podía haber cambiado por completo el guión del partido, la primera parte apenas ofreció una buena combinación entre Del Olmo y Yagüe que el delantero catalán, también de vuelta en el equipo, envió fuera. Pocas más alegrías permitieron las apretadas filas del rival.
Las cosas no cambiaron en la reanudación, que comenzó con otro cañonazo de Txiki, que Javi Varas despejó con problemas. El balón siguió siendo del Eibar, pero los bostezos se generalizaron por las gradas de Ipurua, gracias a un equipo que no quería y otro que no podía.
Los cambios no despejaron el panorama. Goiria, Altuna y Nico Medina encontraron los mismos problemas para avanzar que Yagüe, Zurutuza y Codina.
El partido parecía definitivamente muerto, pero los últimos cinco minutos se encargaron de avivarlo, para mal. Inmediatamente después de que Txiki se fuera a la calle, una gran jugada de Del Olmo por la derecha que Medina remató flojo encendió la llama de la esperanza. Por un mínimo instante, porque en el consiguiente contragolpe, Moreno se plantó en el área para sortear la salida de Cuéllar y anotar a puerta vacía.
Máxima crueldad, porque no sólo premiaba al equipo que menos buscó el triunfo, sino que el gol llegaba en el último minuto, sin que el equipo azulgrana tuviera tiempo para buscar la remontada.
Pese a que no fue el partido más brillante del Eibar, Javier Mandiola tenía claro que la derrota fue «un castigo excesivo», vistos los méritos de unos y otros.
Excesiva y «dolorosa porque a nivel de voluntad hemos hecho lo imposible por ir a ganar. Pero no hemos estado acertados en ataque y ellos han enchufado la única oportunidad que han tenido», lamentó.
Sí reconoció Manix que el Sevilla fue «un equipo muy serio, no parecía un filial. Ha jugado con mucho oficio y no hemos tenido muchas ocasiones claras de remate porque nos cerraban bien».
La expulsión de Txiki también tuvo su importancia. Por un lado «porque hemos seguido asumiendo riesgos y lo hemos pagado». Y por otro, porque «ha pesado sobre todo a nivel de actitud por su parte. Han sacado un delantero más y han asumido un riesgo. Hasta entonces, el peso del partido lo hemos llevado nosotros».
Manix, con todo, no quería conceder excesiva importancia al tropiezo. «Ni cuando ganamos dos seguidos ni cuando perdemos nos podemos volver locos. Estamos jugando bien y nuestro trabajo dará su fruto», confió.