Ya hay nuevo episodio -amén de culebrón- para confirmar que en el mundo del fútbol la palabra cada vez vale menos. En periodo electoral -época en la que las promesas brotan tan fácil como luego se incumplen-, el actual presidente de Osasuna, Patxi Izco, prometió que no cobraría un duro si llegaba a ser máximo mandatario del club rojillo.

Una legislatura después y, bajo la excusa de que el momento económico de la entidad osasunista atisba prosperidad, deja entrever que ha llegado el momento de que su labor y la de sus compañeros de junta directiva no sea por amor a los colores, sino con el incentivo de los euros.

Y la cifra no es moco de pavo. Nada menos que un 1% del presupuesto, o lo que es lo mismo, una cantidad que supera los 290.000 euros, casi cincuenta millones de las antiguas pesetas, un sueldo que supera al de muchos altos cargos públicos. Una pregunta queda en el aire tras dar la impresión de que el viento se ha llevado aquellas primeras declaraciones: ¿Se preguntará a los socios, únicos propietarios del club, sobre el particular?