Del Foro de Irlanda a la cárcel, diez años de interlocución
Hace ahora justo diez años, una nueva generación encarnada en el tándem Arnaldo Otegi-Joseba Permach tomó el liderazgo de HB tras ser encarcelada la anterior Mesa Nacional. La cárcel vuelve a ser la réplica a una década de iniciativa política constante por diferentes vías (Lizarra-Garazi, negociación con el PSOE...) con un objetivo único: un proceso de resolución y paz. Diez años con iniciativas inéditas como la reunión con el PP, Anoeta o los emplazamientos a ETA.
Ramón SOLA
Pasado el primer impacto de la macrorredada contra dirigentes de la izquierda abertzale, portavoces de partidos vascos y analistas admiten su preocupación por una hipotética pérdida de interlocución política. Sin entrar en comparaciones, un análisis objetivo de la trayectoria de los diez últimos años evidencia que la generación ahora atacada con la cárcel ha acometido una labor ingente por abrir vías de paz en un contexto más hostil que nunca, en el que Batasuna llegó a ser ilegalizada. Represión incesante que no ha sido óbice para que, por ejemplo, se sentara en la mesa con PSOE o PP.
1997
El Foro de Irlanda
El encarcelamiento de la Mesa Nacional de HB al completo pone fin a un año especialmente convulso, con la muerte del concejal Miguel Angel Blanco a manos de ETA como exponente más claro. Arnaldo Otegi -un parlamentario poco conocido públicamente- y Joseba Permach -un joven concejal de Donostia- encabezan la nueva dirección. «Todos éramos conscientes de que podía ser una Mesa que también acabara en la cárcel», recuerda Otegi en el libro «Mañana, Euskal Herria», pero repesca «un recuerdo agradable: el ver que había gente, por ejemplo Joxe Austin Arrieta, dispuesta a entrar (...) Aprecié madurez suficiente para tirar hacia adelante. Todos los compañeros y compañeras que se integraron en aquella Mesa Nacional dieron una lección de compromiso».
Eran nuevos, pero no partían de cero. Los dirigentes encarcelados habían dejado asentados los contactos con partidos vascos, sobre todo con el PNV. Entre aquellos mahaikides, por cierto, había abertzales que ahora vuelven a estar al otro lado de las rejas: Juan Mari Olano, Joseba Álvarez, Rufi Etxeberria... Y esa vía de diálogo sería convertida en el llamado Foro de Irlanda, destinado a extraer de aquel proceso lecciones válidas para Euskal Herria. Sería el germen del Acuerdo de Lizarra-Garazi.
1998
Lizarra y reunión con el PP
Los contactos no se detienen ni en las coyunturas más adversas. Es significativo el ejemplo de la reunión que HB y PNV debían mantener la mañana en que la Ertzaintza mató a la militante de ETA Ina Zeberio. La izquierda abertzale se limitó en la cita a exigir la identidad de la fallecida, pero los contactos no se interrumpieron. «La vía de comunicación sirve para hablar con absoluta crudeza cuando hay que hacerlo. Sirve para decirle al adversario político lo que piensas de él», explicaría Otegi.
El diálogo no sólo se mantiene, sino que cuaja en un punto de consenso: Lizarra-Garazi. No se trata de un acuerdo de paz, pero todo el mundo entiende que sí puede acercarla cuando ETA da un alto el fuego días después (aunque lo hace por sus propios acuerdos con PNV y EA) y el Gobierno del PP se muestra casi inmediatamente dispuesto a hablar «con el MLNV».
En este contexto, la interlocución de HB no duda en reunirse con los enviados de Aznar en Burgos, en el mes de diciembre. Su gobierno no reconocería haberse sentado con HB hasta nueve meses más tarde. Miembros de la delegación abertzale recuerdan que en aquella cita Martí Fluxá o Zarzalejos «incluso utilizaban un vocabulario bastante próximo a la izquierda abertzale: hablaban de Iparralde, de Nafarroa, del derecho a decidir...».
1999
Ayuno por el proceso de paz
La dirección de HB desarrolla una frenética labor para reforzar el proceso abierto: dinamiza los denominados Lizarras txikis a nivel local, pone motor a Udalbiltza, impulsa la creación de la plataforma Batera por los presos e incluso se implica en un acuerdo parlamentario en Gasteiz con PNV y EA, absolutamente inédito, para sustentar el primer Gobierno de Ibarretxe. En este contexto logra un resultado electoral histórico en las forales de primavera: Euskal Herritarrok suma 275.652 votos en los cuatro herrialdes, 3.000 más que el PSOE.
Cuando las cosas se empiezan a torcer, HB no duda en recurrir a fórmulas como la movilización o la huelga de hambre: en marzo se encierra en Arantzazu, donde la Mesa Nacional recibe a múltiples agentes mientras ayuna; y en noviembre, ya con el proceso agonizante, sus cargos electos se encierran en el Parlamento navarro para reclamar impulso a un proceso político.
Por cierto, también como ahora -la historia se repite-, dirigentes políticos y medios de difusión especularán con motivo del fin de la tregua sobre hipotéticos cambios de dirección y fantasmagóricas divisiones entre «duros y blandos». Utilizarán para ello el elemento de que la Mesa Nacional anterior había sido excarcelada en julio, cuando el proceso ya iba cuesta abajo. Arnaldo Otegi recuerda en el citado libro-entrevista que «el enemigo, que hace guerra sicológica continuamente, lo que hace entonces es decir que ya han salido `los malos' y que los arnaldos, permaches y demás ya no tienen nada que decir. Eso es totalmente injusto».
2000
El proceso Batasuna
La Mesa Nacional se renueva en enero. En esta dirección vuelve a haber nombres que figuran entre los detenidos en Segura: Juan Joxe Petrikorena, Juan Kruz Aldasoro, Anjel Mari Elkano, Ibon Arbulu... La coyuntura está marcada por el final del alto el fuego de ETA y del proceso de Lizarra-Garazi, pero durante ese año HB hará múltiples intentos por reavivarlo, incluida una reunión con la dirección del PSE, liderada entonces por Nicolás Redondo Terreros. Un buen ejemplo es la propuesta formulada en junio para «una transición hacia un marco de soberanía, territorialidad y paz».
Mientras, en el ámbito interno se lanza el Proceso Batasuna, destinado a crear por vez primera una organización política de carácter nacional y adaptada a los retos del siglo XXI.
2001
Propuestas en saco roto
La izquierda abertzale afronta su peculiar travesía del desierto tras la confirmación del cierre del proceso de Lizarra y sufre un desplome electoral en mayo, pero pese a ello presenta a PNV y EA iniciativas políticas como la llamada «Oferta por la soberanía». Caen en saco roto frente a una coalición exultante por el éxito de Ibarretxe en su pugna contra el tándem PP-PSOE por Ajuria Enea. Nadie duda de que muchos de sus 600.000 votos los ha tomado «prestados» de la izquierda abertzale.
Batasuna, que nace en junio como partido con implantación en los siete herrialdes, lo intenta por otro lado: en diciembre, sus electos reunidos en Udalbiltza lanzan una iniciativa para resolver el conflicto. Y mientras tanto, aunque entonces ni siquiera se sospeche, Otegi y sus compañeros van asentando una vía de diálogo con el PSOE, a través de Jesús Eguiguren.
2002
«A represión, iniciativa»
La amenaza creciente del Gobierno de Aznar se materializa en agosto. Mientras la Ertzaintza cierra las sedes a martillazos por orden del juez Garzón, la dirección independentista patenta un lema: «A mayor represión, mayor iniciativa política». Todo ello en un contexto en que la opinión pública da por seguro que ante la imposibilidad de acción política convencional la izquierda abertzale «se echará al monte». Otegi lo recordaría así: «En aquel momento, para nosotros habría sido muy fácil hacer un discurso de que no había condiciones democráticas, que estábamos en la ilegalidad y que, por lo tanto, la única respuesta posible al Estado era la lucha armada. Y no lo hicimos. Mantuvimos una apuesta por la no-clandestinidad y por la lucha institucional y de masas».
La apuesta no se queda en las palabras. En febrero, ya con la espada de Damocles de la ilegalización sobre su cabeza, Batasuna presenta en Iruñea la llamada Propuesta de Resolución Democrática, saludada por formaciones como EA e IU. En ella se pueden leer expresiones novedosas. «Hay que diferenciar la paz de los proyectos políticos» o «Construir la paz es respetar la pluralidad», proclaman Otegi y Barrena ante la atenta mirada del dirigente de Sinn Féin Alex Maskey. La propuesta es llevada posteriormente a todos los partidos, y hasta se deposita en el escaño de Jaime Mayor Oreja en el Parlamento de Gasteiz.
Todo esto ocurre mientras el juez Baltasar Garzón amplía su ofensiva de «todo es ETA» a ex dirigentes de HB, EH y Batasuna, con el sumario 35/02 que deparará sucesivas redadas hasta llegar a la de la hace diez días. Y mientras su base social es apaleada por la Ertzaintza en la calle Autonomía de Bilbo, el tristemente famoso 14 de setiembre.
2003
Pese a todo, a las urnas
El empeño en seguir haciendo política a toda costa mueve a Batasuna a tomar la arriesgada decisión de ir a las urnas, a sabiendas de que su voto se computará oficialmente como nulo, en las elecciones de mayo. El resultado es mucho mejor de lo esperado y marca el inicio de su recuperación, pese a las evidente dificultades operativas creadas por la ilegalización.
En las catacumbas del escenario político subyace otro factor esperanzador: las conversaciones secretas con el PSOE han dado pie a un suelo común de acuerdo en torno a la existencia de un conflicto político y la necesidad de resolverlo. Como ocurriera en el 98 con el PNV, las conversaciones no se interrumpen ni por el impulso del PSOE a la ilegalización ni por los atentados de ETA contra electos de este partido, como el que cuesta la vida a Juan Priede, en Orio, el mismo día en que estaba convocada una de las reuniones entre Otegi y Eguiguren.
2004
«Ahora toca hacer la paz»
La iniciativa por la resolución lanzada en diciembre de 2002 por Udalbiltza cuaja en la llamada Mesa para la Resolución, a la que Batasuna da impulso junto a otros muchos agentes. Esta dinámica mantendrá contactos con todos los partidos y sindicatos salvo PP y UPN.
En setiembre, Otegi abre el curso político 2004-05 con una afirmación rotunda: «Ahora toca hacer la paz, justa y democrática». Dos meses después, Batasuna propone una metodología inédita de doble mesa en el Velódromo de Anoeta. Como de costumbre, los partidos han maniobrado para tratar de amortiguar el mensaje especulando con la posibilidad irreal de que Batasuna haga algún tipo de condena de ETA. Pero tras oír el discurso del Velódromo nadie puede esconder que ahí ha nacido una fórmula de mucho calado para abrir puertas a la solución: en los días siguientes, Pa- txi López (PSE) habla de «pasito adelante», el EBB del PNV se declara abierto al diálogo político multilateral, y tanto EB como EA exigen a Madrid que se mueva.
Un mes después, de modo también inesperado, Batasuna da otra muestra de «cintura» en el Parlamento de Gasteiz, donde los tres síes y los tres noes dan vía libre al Plan Ibarretxe.
2005
Mano tendida a Zapatero
Batasuna sigue estando ilegalizada, pero nadie lo diría a tenor de su actividad en el inicio del año. El 1 de enero tiende la mano a Ibarretxe para acudir juntos a Madrid, pero el lehendakari lo rechaza. Trece días después envía una carta pública al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que supone otra mano tendida. El documento incluye afirmaciones que también son saludadas unánimemente como novedosas. Un ejemplo es este extracto: «Señor presidente, creannos si le decimos que podemos llegar a comprender e incluso compartir muchas de las inquietudes que usted, su gobierno o sus compañeros de partido tienen en torno al proceso de toma de decisión que le proponemos como solución al conflicto. Señor presidente del Gobierno de España: Batasuna no está planteando un escenario independentista para la solución del conflicto. Batasuna plantea acordar las reglas democráticas que hagan posible un nuevo escenario donde todos los proyectos políticos tengan cabida, también el nuestro, socialista e independentista. Señor presidente del Gobierno de España: Batasuna no está planteando un frente nacionalista vasco que imponga una solución unilateral del conflicto. Batasuna plantea un acuerdo entre nacionalistas y no nacionalistas, un acuerdo que debe con- tar con la adhesión y el respeto de las distintas sensibilidades existentes en el pueblo vasco. Y que debe ser refrendado, inevitablemente, por todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas que vivimos y trabajamos en Euskal Herria».
La carta define el contenido de una nueva oportunidad, forjada en el diálogo secreto entre Batasuna y el PSOE. La misma filosofía es la que se encuentra en el Acuerdo Democrático de Base, impulsado por la izquierda abertzale y que terminará reuniendo a 55 agentes. El documento suscrito en marzo y que pone punto y seguido al proceso abierto en su día desde Udalbiltza se resume en un escueto párrafo: «La decisión sobre el presente y el futuro del Pueblo Vasco corresponde a todas las personas que en él convivimos y trabajamos. El futuro del Pueblo Vasco ha de ser decidido por quienes lo integran mediante un modo democrático, consensuado entre todos los agentes, que deberán respetar la voluntad de la ciudadanía».
Si la izquierda abertzale ha respondido a la represión con iniciativa política, por parte del Estado el incremento de la iniciativa será contestado con represión. Arnaldo Otegi es encarcelado en mayo de ese año por el juez Grande-Marlaska, con el visto bueno de la Fiscalía.
2006
Desbloqueando el proceso
Batasuna tiene previsto renovar su dirección en un acto público en enero de 2006 en el BEC de Barakaldo, pero la Audiencia Nacional lo vuelve a impedir. Sin embargo, la izquierda abertzale sigue resistiéndose a caer en la espiral represiva y el mitin se sustituye por una convocatoria plural que tiene seguimiento masivo.
La labor de cocina previa, en la que uno de los dos ingredientes básicos ha sido el diálogo Batasuna-PSOE, termina por cuajar en el alto el fuego perma- nente de ETA en marzo. Se multiplican entonces los elogios a los dirigentes de Batasuna por parte de representantes del PSOE como José Luis Rodríguez Zapatero o Patxi López. El boom de imagen recuerda al producido en 1998, cuando a las caras más referenciales de Batasuna se les acumulan las peticiones de entrevistas o autógrafos y las cámaras les buscan hasta en las tribunas de los campos de fútbol. Sin embargo, Otegi será encarcelado de nuevo nada más producirse la tregua, y en las siguientes semanas se multiplican las citaciones a mahaikides.
Durante 2006, la dirección se verá obligada a efectuar numerosas iniciativas de desbloqueo de los escollos destinados a hacer encallar el proceso. Acude a las citaciones de la Audiencia Nacional para no empeorar las cosas. Saluda el contenido de la declaración de Zapatero del 29 de junio pese a ser plenamente consciente de que ha incumplido su acuerdo con ETA al introducir la Constitución como tope de la voluntad de la ciudadanía vasca. Y concede una prórroga temporal al PSOE para el logro del acuerdo político, cuya fecha tope se había fijado inicialmente el 31 de julio por consenso de las dos partes. Luego llega por fin Loiola, donde se abordan las claves del conflicto sin llegar a un punto de consenso.
2007
De Barajas al Anaitasuna
El año empieza con el Gobierno español dando por roto el proceso tras el atentado de Barajas. La dirección de Batasuna mueve ficha: el 8 de enero emplaza tanto al Gobierno como a ETA a que expresen su compromiso con el proceso. En la comparecencia participan tres de los encarcelados: Arnaldo Otegi, Rufi Etxeberria y Arantza Santesteban. La organización armada responde de modo positivo, anunciando que mantiene el alto el fuego permanente. Todavía habría un último intento intensivo, en mayo, también sin resultado.
Antes de llegar a ese punto, la izquierda abertzale daba otro paso: define en el Anaitasuna una propuesta concreta de nuevo marco y recalca que su aceptación conlleva la resolución del conflicto. ETA adopta un compromiso en la misma línea, que incluye el desmantelamiento progresivo de sus estructuras militares, ante los observadores internacionales. Pero el PSOE dice no. El proceso se agota, aunque la propuesta política que tiene como pieza central la autonomía a cuatro con derecho a decidir se mantendrá.
Unai Ziarreta, secretario general de EA, revelaba el miércoles en una entrevista a Radio Euskadi que en ese momento de ruptura «un alto dirigente socialista vino a decir a la gente de Ba- tasuna: `Vosotros iréis a la cárcel; nosotros, a los funerales'». La redada contra los mahaikides se ve venir, dado el acoso policial a sus últimas reuniones, y se consuma finalmente el 4 de octubre. Dirigentes del PNV tan poco sospechosos de afinidades con la izquierda abertzale como Javier Balza exponen sus temores de que esa redada dañe la capacidad de interlocución. Een cualquier caso, en un documento repartido estos días en pueblos y barrios de Euskal Herria, la Mesa Nacional resalta su disposición a «responder con mayor iniciativa política, si cabe».
En diciembre de 1999, la dirección de HB se reunió con los enviados de Aznar en Burgos. Desde 2001 al alto el fuego de 2006, hubo más de 25 contactos con el PSOE. Y en Loiola se habló más en profundidad que nunca de las claves del conflicto.
El impulso de la izquierda abertzale fue decisivo para llegar al Acuerdo Democrático de Base, en el que 55 agentes suscribieron un criterio común para la solución: derecho a decidir, consenso para el tránsito a un nuevo marco y consulta final.
El diseño de doble mesa de negociación presentado en el acto del Velódromo de Anoeta de noviembre de 2004 es aceptado hoy día por todos los agentes como el único válido para buscar la solución. Los intentos de restarle valor no han logrado su objetivo.
La necesidad de buscar un nuevo consenso en torno a las reglas de juego, y no a los proyectos de cada partido, se encuentra en sus textos desde 2002, pero la opinión pública española no lo percibiría hasta 2005, con la carta pública enviada a Zapatero.
La ilegalización no cortó la iniciativa de la izquierda abertzale. La apuesta más arriesgada fue la de seguir concurriendo a las elecciones pese a que su voto sería nulo y no tendría sedes, subvención ni espacio en los medios. Pero lo hizo hasta en las europeas.
La prisión ha sido compañera de viaje de los dirigentes de Batasuna en esta última década, fuera cual fuera la coyuntura. El ejemplo más claro es el de Arnaldo Otegi. El portavoz ha sido encarcelado tres veces: antes, durante y después de la tregua de ETA.