Ińaki Liceaga Ochotorena Portavoz de Kaltetuak
Incineración. La salud no sabe de aritmética política
Esta situación nos hace pensar que nuestros anteriores representantes han tensado la situación jugando con el tiempo en la confianza de que, como fruta madura, la incineradora se abriría camino por sí sola
Estamos apreciando movimientos en cuanto a la posición con respecto al tema de la incineración. La actual Mancomunidad de San Marcos considera que es prescindible como solución a aplicar a los residuos urbanos y, de otra parte, los defensores de siempre, sin tener disposición para ver que existen otras alternativas y valorarlas, que han hecho del inmovilismo su postura y arma. Ahora vemos que la cuestión es lograr que se den o no cambios en otras mancomunidades para mantener o no la trinchera. Hay que tener en cuenta que quien decide, según se dice, es el Consorcio y se ponen en danza los números. En Kaltetuak estamos muy sensibilizados y asistimos impotentes a esta guerra increíble e irracional. De ganar la guerra los defensores de la incineradora, sería desoyendo a la ciudadanía, que continuamente está manifestando su desacuerdo a la imposición, con aportaciones debidamente documentadas de importantes colectivos, como son, entre otros, los médicos, los técnicos de la salud, preocupados por los efectos negativos de su implantación. Estos celebraron simposios e informaron con todo lujo de detalles (ya comentados aquí en anteriores artículos) de los males irreversibles de las emisiones contaminantes de la incineración, para luego ser ignorados. ¿A quién hay que hacer caso en cuestiones de salud? ¿ Piensan que los médicos están mintiendo?
Sabemos también que en toda combustión se producen cenizas y escorias (35-40%) a las que no se les da la importancia que tienen, porque gran parte queda, y son tóxicas por contener metales pesados, que son altamente contaminantes y está prohibida su utilización, ya que contaminan las aguas y no se pueden eliminar, por lo que es un problema muy serio.
No vamos a repetir el detalle de otros números, tan solo decir que cada tonelada que se procesa por incineración cuesta 65 euros más que por biometanización, si bien supone un 76% más caro, y su repercusión 24,4 millones de euros al año durante todos los años de funcionamiento. Se ha utilizando el dato de cantidad de basura del Plan Director de Residuos de Gipuzkoa. Es un coste que lo pagaríamos los ciudadanos. Informamos de que la biometanización está siendo utilizada en Italia desde hace ya 11 años y que en el Estado español están en funcionamiento, entre otras, en San Román de la Vega en León, en Avila, y por el mismo proceso se decidieron en Navarra.
¿Qué han hecho las mancomunidades? Desde que se suscitó el problema de los residuos y sus soluciones ha pasado mucho tiempo, y sus técnicos deberían haber analizado otros trabajos serios y documentados de soluciones alternativas, como el compostaje, ya que lo hecho hasta ahora nos parece testimonial, aplicable a muchos de los terrenos agrícolas de los estados español y francés, necesitados de materia orgánica (compost), además de dar salida a la complejidad de los subproductos consecuencia del reciclaje, reutilización, e incorporando el biosecado, que siendo saludables requieren de unos espacios y acciones. Entre estas aportaciones está el mencionado Plan Director de Residuos de Guipúzcoa elaborado por 40 profesionales, que estudiado durante dos años fue entregado, en el primer trimestre del año 2005, a las autoridades competentes, y entre ellas al Sr. alcalde de Donostia, así como a la Diputación foral, a la atención del diputado General, y otro ejemplar para el diputado de Desarrollo Sostenible. Nada han explicado hasta ahora sobre esto. ¿Les da miedo? Sabemos que lo fácil nunca es lo mejor. Esta situación nos hace pensar que nuestros anteriores representantes han tensado la situación jugando con el tiempo en la confianza de que, como fruta ma- dura, la incineradora se abriría camino por sí sola, pero en realidad lo que se produciría es un mal golpe irreparable.
En el colectivo Kaltetuak consideramos que no es aceptable el que, en temas de salud, se actúe tan ligeramente. La salud no entiende de aritmética política (tantos por ciento de representación en el Consorcio de cara a la toma de decisiones). La salud hay que protegerla al máximo. La cultura en toda actividad, hoy en día, es la prevención de riesgos, y con la incineradora no se cumple. Kioto no se consigue, y nos alejaríamos más. No se debe mirar para otro lado, sino abordar las sanas soluciones. Los ciudadanos pedimos ser considerados y que reine la cordura, porque la salud no tiene precio.
Entendemos que la verdad tiene un gran peso y se abre camino, por lo que aún estamos a tiempo de aportar mejoras a un plan como es el PIGRUG. Colaboración no les va a faltar, seguro.