La peligrosa placidez de los fascistas
Txisko FERNÁNDEZ Periodista
Replicar a las declaraciones realizadas por Jaime Mayor Oreja con datos históricos e, incluso, con experiencias personales, vivas en la memoria de tantas y tantas familias, es perder el tiempo. Este dirigente de la derecha nacionalista española niega la mayor: el golpe fascista que dio lugar a un enfrentamiento bélico que, tras una sangrienta posguerra, dio paso a un régimen militar que se prolongó durante 40 años bajo el rostro de una dictadura que hasta se permitió apadrinar a un príncipe heredero que, tras una «reforma política», se convirtió en el actual jefe del Estado español.
Que la derecha española no ha condenado el golpe militar contra la II República ni la dictadura, como tampoco lo ha hecho Juan Carlos de Borbón, durante los últimos treinta años es algo conocido por todos. Pero más significativo aún es que ninguna de las fuerzas políticas que se colgaron en 1977 los galones de «demócratas de toda la vida» se lo haya reclamado en serio durante todo este tiempo. Y eso hace pensar que la «transición democrática» no fue otra cosa que el camujafle pactado de una «ley de punto final» por la que se intentaba borrar de la memoria la responsabilidad que, en distintos grados, tuvieron en la aplicación del régimen dictatorial muchos de los que posteriormente pasaron a encabezar las instituciones políticas, militares o judiciales de la «España democrática».
Por otro lado, la desfachatez con la que Mayor intenta desvincular al fascismo español del fascismo alemán tiene, eso sí, un buen soporte en la historiografía que han contribuido a levantar reconocidos historiadores «de izquierdas» en torno al mito de la «Guerra Civil» entendida como un hecho «singular» y, por tanto, «no comparable».
A lo largo de la historia y en cualquier guerra, al menos una parte de «la tropa», cuando no toda la «carne de cañón», está integrada por personas reclutadas forzosamente por un bando u otro. Por ello, decir que el franquismo «no es lo mismo que el régimen nazi, donde había un solo verdugo» tiene, lamentablemente, una cierta base historiográfica -ésa que asume el concepto de que «la Guerra Civil fue una guerra entre hermanos»- aunque no tenga nada que ver con la realidad. Es más, lo que hace de paso Mayor es ciscarse en las decenas de miles de comunistas, anarquistas, socialistas, judíos... tan alemanes como los nazis que murieron combatiendo contra «sus hermanos». Y lo hace, plácidamente, convencido de que muchos le van a creer.