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Tengo la camisa negra

Ines INTXAUSTI

Crítica de televisión

Debo reconocer que la televisión ha causado un efecto devastador en mí. Soy un ejemplo absoluto de las evidentes y, nada subliminales, artes conductivas del aparato del Estado. No crean que exagero. Desde que aparezco con foto involuntariamente en este apartado (sugerí que en mi lugar pusieran la de Giselle Bundchen), tengo que padecer comentarios que no distinguen lo que la tele dice de lo que yo quiero decir. Y si ese no es un problema que ascendería a -más o menos- 200.000 doláres de sicoterapia en Argentina, que venga Berlusconi y me lo mire. Por alguna razón que desconozco, la gente sospecha de mí y La Pantoja. ¿Tiene algo de sospechoso que uno de los iconos más vistos y oídos mediáticamente sea digno de mi admiración? Un tal Soto (no tan tal, diría yo), que estudiaba conmigo, se casó con Agata Lys estando en primero de Periodismo (no esperó ni siquiera a las optativas de cuarto) y todo el mundo le envidiaba. De hecho, aparecieron unas pintadas en el baño que decían: «Por lo menos déjanos a Victoria Vera». Dos iconos absolutos también en aquel momento. Con la televisión no puedes escoger. Puedes elegir a Erquicia y siempre acertarás. Debes ser riguroso y disciplinado, pero, sobre todo, fiel para no encender la tele cuando Pedro no está en ella, porque de lo contrario te infectarás. Y, a partir de entonces, todo pasará a ser distinto. Nadie pensaba que María Teresa Campos, el gran oráculo femenino de los andaluces y, sin embargo, españoles, volviera a televisión por la puerta grande. Y no lo ha hecho sola. Como siempre se ha traído a Terelu debajo del brazo. Pero lo más sorprendente es que el canal que iba a emitir la vuelta en directo (no la ciclista) de Mariterelu fuera Tele5. Ya les digo: por el oráculo te la hinco. Con un scoop que ni Anasosa Quintana: ni más ni menos que con una revisión histórica de Felipe I, el González. Esta mujer no dejará nunca de sorprenderme. Como La Pantoja. Mantenerse en el candelabro, caerse de él y volverse a levantar, recogiendo la dignidad de uno con papel de fumar. Si eso no es vivir... Por cierto, ¿les he hecho yo algo a ustedes?

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