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Mikel Gonzalez Sola Bilbo

Mercado de la Ribera, abierto a la especulación

En 1929 el arquitecto Pedro Aspiazu dirigió la construcción de este mercado que se concebía como «un centro regulador de precios, garantía de suministro y alimentos públicos a la población de Bilbao, control sanitario y de calidad». Posteriormente, en 1983, sería arrasado por las inundaciones y sólo reconstruido gracias a la lucha de muchos afectados directos e indirectos, por el clamor de todo Bilbao. Miles de metros cuadrados de chollo para la multinacional que lo consiguiera, con cientos o miles de puestos de trabajo directos e indirectos en juego.

Ya hace nueve años, y tras aprobarse una serie de directivas en la UE que obligaban a liberalizar los mercados de abastos, se comenzó a planificar la privatización de éstos, si bien disfrazándolo de autogestión e implicando siempre a un sector de los propios comerciantes en ello. Los partidos políticos que gobernaban el Ayuntamiento, IU, PSOE y PNV dijeron que desde luego esto no era ninguna privatización y que además la idea salía de los propios comerciantes.

Un amigo del barrio de San Francisco, asalariado que lleva años trabajando en la plaza me decía: «Aunque la situación económica de muchos puestos sea mala, los contratos son en general mucho mejor que en las grandes superficies, que son quienes más interés tienen en la privatización de la plaza. Si vas a las grandes superficies, no hacen más que contratos basura y en prácticas donde te desloman a trabajar». En cuanto a los usuarios, lo dice todo el hecho de que el propio Mercado siga abierto con todo lo que ha pasado. Sobre la autogestión, muchos comerciantes incluso intentaron crear una asociación que se opuso al proyecto porque era inviable para la mayoría de las economías del propio mercado.

Muchos años después sus previsiones se demuestran ciertas, y algunos de los que callaron o apoyaron el proyecto lo reconocen, como Txema Oleaga, del PSOE, que incluso avisa de los intereses ocultos. El Alcalde de Bilbao, que no se caracteriza por dar su brazo a torcer, dijo a un periódico local: «...el Ayuntamiento asumirá la gestión del Mercado de la Ribera si no se cumple el acuerdo de reforma».

La gestión municipal es la única salida, como en 1929. Seamos modernos de verdad, dejando las conquistas sociales y los servicios públicos en paz.

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