La revisión y el análisis de uno de los proyectos arquitectónicos más singulaes en el que participó Jorge Oteiza constituye el argumento de la publicación «De la escultura a la ciudad. Monumento a Batlle en Montevideo. Oteiza y Puig, 1958-60», escrito por la arquitecta María Emma López Bahut y que ha sido editado por el Museo Oteiza.

Esta publicación, que supone el número cuatro de los Cuadernos del Museo Oteiza, indaga en las influencias, los contenidos y la significación estética de un proyecto esencial en el pensamiento de Jorge Oteiza, la propuesta arquitectónica que diseñó, junto con el arquitecto Roberto Puig, en Montevideo, entre 1958 y 1959, denominada ``Monumento a Batlle», y que finalmente no fue edificado.

La participación de los autores en este proyecto surge tras la convocatoria de un concurso internacional, en 1957, para la realización en Montevideo de un monumento conmemorativo en memoria del estadista uruguayo José Battle y Ordóñez, que integrara un centro de investigación, un auditorio y una biblioteca, entre otros servicios.

«Necesidades a resolver»

Este texto, editado en castellano y en euskara, narra cómo Oteiza participó activamente en la realización de este trabajo en los mismos años en los que finaliza el recorrido experimental de su escultura. De este modo, este proyecto representa el interés del artista por trasladar las claves de su pensamiento estético al urbanismo y la ciudad. En aquel momento, Oteiza sostiene que «la arquitectura y la ciudad participan de la misma naturaleza espacial de la obra de arte. Tienen en común, la ciudad y la obra de arte, el estar íntimamente relacionadas con un tipo de necesidades humanas que tratan de resolver».

El traslado de las construcciones vacías a la ciudad, la búsqueda de una nueva relación entre la estatua y la arquitectura, y la función que debe cumplir el monumento en la ciudad moderna son algunas de las pautas que guían esta intervención arquitectónica. En ella, sus autores plantean la disposición de «espacios libres dispuestos como construcciones espirituales puras para proveer la energía existencial, estética, a la ciudad», y poder dotar a la ciudad, a través de este monumento, de «un silencio espacial abierto, una construcción espacial receptiva».

La publicación aporta numerosa documentación, imágenes y referencias hemerográficas en las que los autores dejan claras sus preocupaciones a la hora de plantear soluciones estéticas que permitan al hombre «recuperar la participación de su intimidad religiosa en la conciencia estética del espacio», según recoge la memoria del proyecto. «Para Oteiza, esta intervención supuso enfrentarse a un trabajo en una ciudad real, en Montevideo. Se vio obligado a materializar conceptos en los que estaba reflexionando de manera teórica, como la idea de la comunidad, el nuevo sentido de la monumentalidad o la integración de la arquitectura y el arte», señala López Bahut, autora del texto, que es fruto de su investigación realizada gracias a la beca «Itziar Carreño» recibida de la Fundación Museo Jorge Oteiza.