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NAFARROA OINEZ 2007

«El ambiente aquí era hostil, la gente no estaba concienciada»

xabier antoñana
catedrático y escritor

Xabier Antoñana cuenta que tuvo que soportar todo tipo de presiones, amenazas e incluso una paliza por querer instaurar una ikastola en Viana. Afirma que algunos vecinos señalaron a aquella ikastola como «foco de futuros terroristas» y que no recibió ayudas institucionales. Las cosas han cambiado.

¿Cómo fueron los comienzos de la ikastola?

Muy complicados. El ambiente en esta zona era muy hostil en aquella época, y la gente no estaba concienciada con el euskera. Pensaban que las ikastolas eran un foco de futuros terroristas, y por eso rechazaban por completo cualquier iniciativa euskaltzale. No recibimos ningún tipo de ayuda por parte de las instituciones para sacar el proyecto adelante, sólo nos encontramos con trabas y zancadillas. Al fin, cuando organizamos el Nafarroa Oinez de 1992, el Ayuntamiento de Viana comenzó a concedernos algunas ayudas económicas, pero, como digo, hasta entonces no nos proporcionaron ni una peseta.

¿Dónde se impartieron las primeras clases?

Se ha dicho que en un corral, pero es completamente falso. Los comienzos fueron en el convento de San Francisco, donde en 1978 se dieron las primeras clases en euskera. Posteriormente, la ikastola fue mudándose de local en local, hasta que la gente que estábamos comprometidos con este proyecto decidimos hacer un esfuerzo económico y comprar una bajera que sirviese de sede para la ikastola. Aquella bajera nos costó 800.000 pesetas, y allí estuvo la ikastola hasta que a raíz del Oinez se recaudaron los fondos suficientes para construir el actual edificio.

En su intervención durante el homenaje a los fundadores ha narrado una historia cargada de sinbolismos...

Sí. Yo en la intervención he querido expresar que me ví muy solo en aquella época. Todo comenzó en la Marcha por la Libertad de 1977, cuando decidí que era fundamental potenciar el euskera en esta zona. Realmente, yo fui el único fundador de la ikastola, ya que reuní a la gente y busqué apoyos para poder llevar el proyecto adelante. En la intervención también he mencionado a esos «perros» que ladraban a media noche, ya que recibí todo tipo de presiones e impedimentos por parte de algunas personas.

¿Qué tipo de presiones?

De todo tipo. Como pensaban que yo era el «cabecilla» del movimiento euskaltzale, llegaron a despedirme del colegio donde impartía clases de francés y me dejaron en la calle con cuatro hijos. También tuve que soportar numerosas amenazas de muerte, e incluso en 1981 me propinaron una terrible paliza por la que tuve que ser hospitalizado. A.V.M.

 

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