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publicación del libro «la doctrina del shock»

«Si observamos el Chile de Pinochet, vemos el Irak de hoy»

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NAOMI KLEIN, economista, periodista y escritora

Amy GOODMAN | NUEVA YORK

«Este libro es un desafío a la afirmación central y más valorada en la historia oficial: que el triunfo del capitalismo desregulado nació de la libertad, y que los mercados libres van mano a mano con la democracia. En su lugar, mostraré que esta forma fundamentalista de capitalismo ha sido consistentemente traída a la vida por las formas más brutales de coerción, infligidas al cuerpo político colectivo así como a innumerables cuerpos individuales». Así comienza el nuevo libro de Naomi Klein, ``The shock doctrine'' (La doctrina del shock o choque).

¿Qué es la doctrina del choque?

Bueno, la doctrina del choque, como todas las doctrinas, es una filosofía de poder. Es una filosofía sobre cómo lograr sus propios objetivos políticos y económicos. Y es una filosofía que sostiene que la mejor oportunidad para imponer ideas radicales de libre mercado es hacerlo en el período subsiguiente a un gran shock. Ahora bien, ese choque podría ser una catástrofe económica, un desastre natural, un ataque terrorista o una guerra. La idea es que esas crisis, esos desastres, ablandan a sociedades enteras. Las dislocan. La gente se desorienta. Y se abre una ventana, como la ventana en la cámara de interrogatorio. Y en esa ventana se puede introducir lo que los economistas llaman «terapia de choque económico''. Es una especie de extrema cirugía de países enteros. Todo de una vez. No es una reforma por aquí, otra por allá, sino el tipo de cambio radical que vimos en Rusia en los 90 o que Paul Bremer trató de imponer en Irak después de la invasión. Eso es la doctrina del shock.

Los derechistas lo han hecho, los fascistas lo han hecho, los comunistas estatales lo han hecho. Este libro trata de ser un intento de comprender mejor la ideología con la que vivimos, la ideología dominante de nuestros días, que es la economía de mercado desinhibida.

Explique quién es Milton Friedman, al que acusa enérgicamente en este libro.

Bueno, acuso a Milton Friedman porque es el símbolo de la historia que estoy tratando de cuestionar. Milton Friedman murió el año pasado. Fue consejero de Thatcher, de Nixon, de Reagan, del actual Gobierno de Bush. Dio clases a Donald Rumsfeld en los primeros días de su carrera. Asesoró a Pinochet en los años 70. También asesoró al Partido Comunista de China en el periodo clave de reforma a fines de los años 80. Así que tuvo una influencia enorme. Hablé el otro día con alguien que lo describió como el Karl Marx del capitalismo. Y creo que no es una mala descripción, aunque estoy segura de que a Marx no le habría gustado demasiado. Pero realmente fue un popularizador de estas ideas.

¿Cuál fue su papel?

Tenía una visión de la sociedad en la que el único papel aceptable para el Estado es implementar contratos y proteger fronteras. Todo lo demás debe ser abandonado por completo al mercado, ya sea la educación, los parques nacionales, la oficina de correos... todo lo que pudiera producir un beneficio. Esas ideas radicales de libre mercado llegaron a dominar el mundo, barrieron la antigua Unión Soviética, Latinoamérica, África... Esas ideas han triunfado durante los últimos treinta y cinco años.

Es decir, la historia oficial es que estas ideas triunfaron porque deseábamos que así fuera, que el Muro de Berlín cayera o que la gente exigió tener sus Big Macs junto con su democracia. Y la historia oficial del auge de esta ideología pasa de Margaret Thatcher diciendo «No hay alternativa» a Francis Fukuyama diciendo «La historia ha terminado».

Usted reniega de Milton Friedman, pero también de la Escuela de Chicago. ¿Qué era?

La influencia de Milton Friedman proviene de su papel como el popularizador real de lo que es conocido como la Escuela de Economía de Chicago, donde él enseñó. Esta Escuela realmente representa la contrarrevolución contra el Estado de bienestar. En los años 50, Harvard y Yale y las ocho escuelas más prestigiosas de EEUU tendían a estar dominadas por economistas keynesianos, gente como el difunto John Kenneth Galbraith, que creían enérgicamente que después de la Gran Depresión era crucial que la economía sirviera como una fuerza moderadora del mercado, que suavizara sus aristas.

La Universidad de Chicago se convirtió en una especie de zona cero de esta contrarrevolución contra el keynesianismo. Cuando Nixon fue elegido, Friedman fue introducido como asesor. Pero sus ideas no calaron por el miedo de Nixon a perder las elecciones, dejando clara la incompatibilidad de esas ideas con la democracia. Así que desató la Escuela sobre Latinoamérica y convirtió a Chile, bajo el mandato de Augusto Pinochet, en un laboratorio para esas ideas radicales, que no eran compatibles con la democracia en EEUU pero sí infinitamente posibles bajo una dictadura en Latinoamérica.

¿Qué ocurrió en Chile?

Para mí, la agenda económica del Gobierno de Pinochet es mucho más reveladora porque pienso que conocemos los abusos de los derechos humanos, sabemos las redadas realizadas por Pinochet, cómo llevó a la gente a los estadios, las ejecuciones sumarias, la tortura... Pero sabemos algo menos sobre el programa económico que impuso en la ventana de oportunidad que le brindó el shock de ese golpe. Y es donde encaja en la tesis de la doctrina del choque. Y diré que si se observa a Chile, vemos a Irak. ¡Vemos tantas similitudes entre la intersección de una crisis manufacturada y la imposición posterior inmediata de una terapia de choque económico radical!

El proyecto económico de Pinochet hablaba de una sociedad de propiedad, de privatización de la Seguridad Social, escuelas por contrato, impuesto de tipo único. Todo eso proviene directamente del guión de Milton Friedman. El documento estuvo en el escritorio de los generales el 12 de setiembre [de 1973], cuando llegaron al trabajo el día después del golpe, y fue el programa económico del Gobierno de Pinochet.

Hablemos de Irak, de la privatización de la guerra en ese país.

Le pondré el ejemplo sobre la decisión del Gobierno iraquí de anular la licencia de la compañía de seguridad estadounidense Blackwater por su participación en un tiroteo en Bagdad. Pues bien, Donald Rumsfeld fue estudiante de Milton Friedman en los años 60, y Rumsfeld realmente fue más allá que su mentor, porque Friedman creía que el único papel aceptable para el gobierno era el mantenimiento del orden, las fuerzas armadas. Es lo único que pensaba que debía hacer el gobierno; todo lo demás debía ser privatizado. Rumsfeld estudió con Friedman, lo vio como un mentor, celebraba sus cumpleaños con él, pero realmente llevó el asunto un paso más lejos, porque Rumsfeld creía que la labor de mantenimiento del orden y del combate en la guerra también podía ser privatizada y subcontratada. Y lo dejó bien claro.

En realidad, Blackwater trabaja con soldados de Pinochet, pero en Irak.

Mira, Paul Bremer fue asesor de Kissinger durante el Gobierno de Nixon, cuando el apoyo a Pinochet fue tan fuerte. Así que existen todas esas capas de continuidad histórica. En Chile vimos la fórmula de triple choque y de tortura como imposición de estas políticas. Y pienso que vemos la misma fórmula de triple choque en Irak. Primero fue la invasión, luego crear pavor y cegar, cortar los sentidos a toda una población, y, finalmente, crear una nación desde cero.

¿Cómo encaja la prisión de Abu Ghraib en esta fórmula?

La teoría operativa en Irak fue que los iraquíes quedarían tan desorientados por la guerra y por la caída de Sadam que serían fácilmente llevados del punto A al punto B. Como sabemos ahora, no fue así. Cuando llegó Paul Bremer e hizo su cirugía radical del país, despidió a todo el servicio público iraquí, a gran parte de la administración, así como al Ejército; declaró que abría Irak a los negocios, las importaciones baratas inundaron el país, las empresas iraquíes no pudieron competir. Ese primer verano, hubo una inmensa protesta pacífica ante la Zona Verde, y quedó claro que no iba a ser posible llevar a los iraquíes del punto A al punto B. Después de eso, cuando apareció la primera resistencia armada en Irak, la guerra fue llevada a las prisiones. Así que hicieron redadas de personas y las llevaron a las cárceles, y utilizaron la tortura, como fue utilizada en Latinoamérica, para enviar un mensaje a todo el país.

Un viaje a la inversa. Tanto usted como yo acabamos de estar en Nueva Orleans. También la vi hace dos años allí, después del huracán. Coloque en este marco a Katrina y la reacción de EEUU ante este suceso.

Bueno, Nueva Orleans es un ejemplo clásico de lo que yo llamo la doctrina del choque o capitalismo del desastre, porque hubo ese primer shock, que fue el ahogamiento de la ciudad. Y como sabe, ya que acaba de volver de Nueva Orleans, no fue un desastre natural. Y la gran ironía del caso es que realmente fue un desastre de esta misma ideología de la que estamos hablando, el abandono sistemático de la esfera pública. Y pienso que cada vez vamos a ver más esto, porque después de veinticinco años de continuo abandono de la infraestructura pública, el esqueleto del Estado es débil y frágil. Y eso es lo que ocurrió en Nueva Orleans.

¿Qué es lo que la horrorizó más al investigar la doctrina del choque?

Me horrorizó que hay por ahí una reserva de literatura, que yo no sabía que existía, donde los economistas, desde Milton Friedman a John Williamson, admiten que nunca han podido imponer una cirugía radical de libre mercado si no hay una crisis en gran escala, es decir, que la misma gente que propugna que el mito central de nuestra época, que la democracia y el capitalismo van mano a mano, sabe que se trata de una mentira, y lo admiten por escrito.

(Extracto de la entrevista emitida en el programa de la cadena Democracy Now!)

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