Aquellos que hayan adquirido la condición de «ciudadanos transfronterizos» sabrán de lo que hablo. Un día sí y otro también en los pasos entre Lapurdi y Gipuzkoa al conductor le asaltan los encuestadores. Unos trabajadores que con un peto brillante le preguntan, con gran amabilidad, sobre el por qué de su vaivén. Por aquello, dicen, de mejorar los servicios de turismo. ¡Cómo me pesa esta frontera que por conducir en un coche con matrícula amarilla te presupone «turista francés» que gasta felizmente en Gipuzkoa!

Me carga, por lo habitual todo tipo de encuesta. Desde las electorales hasta las que preguntan por temas más trascendentales, como el divorcio de los Sarkozy.

Sin embargo, dos imágenes me han impulsado a dar mi opinión aprovechando que un foro pregunta cómo envejecemos los vascos. En la primera un señor de una edad respetable se jugaba el tipo ante la Ertzaintza durante una manifestación contra una redada policial. En la segunda un veterano jeltzale era escoltado por esa misma policía a la que mandó cargar contra quienes ganaron las elecciones en el pueblo cuya alcaldía él ocupa. Demasiados vascos han envejecido con esa foto-fija del conflicto. Es labor de todos que podamos envejecer mejor, mucho mejor, en un país más libre.