Hasta ahora habíamos visto cómo mediante giros y extracciones de diversos elementos ciertos coches se convertían en robots más o menos espectaculares. Lo que no conocíamos es la capacidad de transformación de algunos políticos en este ayuntamiento. Cogemos a una concejala delegada de personal, le quitamos unos pocos votos, la pasamos a la oposición, unos movimientos en su silla, la ponemos frente a su asiento de antes, un giro de 180 grados en su cerebro y ¡voila!... Tenemos una sindicalista radical, defensora de una OPE completa en la que aparezcan las plazas de limpieza, oficiales de control, ayudantes de oficio... (unas oposiciones que ella misma se negaba a convocar hace cuatro meses), defensora de procesos transparentes, nombramientos limpios, etc.

Después, cogemos a un concejal de la oposición y realizamos los mismos movimientos, pero al revés: le ponemos unos pocos votos más, lo pasamos a gobernar, cambio de silla y... ¡ale hop! ¡Su mente ha perdido la claridad! Y lo que antes estaba decidido (cuántas plazas faltaban, qué plazas había que incorporar, qué plazos...) ha dejado de estar claro. Ahora hacen falta análisis, tiempo, debate... ¡Hoy es imposible convocarlas! Lo que antes no tenía justificación, ahora sí; ahora se pueden nombrar asesores o comisiones de servicio de dudosa legalidad.

Lo malo es que, según se va transformando uno, la otra se transforma en la misma medida. Debe de ser algo automático.

¡Curioso! Parece claro el papel que nos toca jugar, nunca mejor dicho, a los sindicalis tas en este Ayuntamiento. Tenemos que hacernos especialistas en esos artefactos con- vertibles, los «transformers». Una vez conseguida la habilidad suficiente, tenemos que coger al concejal de perso- nal del PSOE y a la concejala del PP y llegar, a base de diferen-tes giros, a poner a los dos en el mismo lado y que funcio-nen a la par.

Nosotros y nosotras, desde la sección sindical de LAB del Ayuntamiento de Gasteiz, lo tenemos claro: Queremos el Joaquín Esteban de antes y la Marian Castellanos de ahora.