La Asamblea Nacional francesa aprobó ayer el proyecto de ley de «control de la inmigración», que impone nuevas restricciones a la reagrupación familiar y permite el sumamente polémico uso de pruebas de ADN para probar la filiación materna.

El texto definitivo, consensuado por una comisión paritaria de las dos cámaras del Parlamento, fue adoptado por 282 a favor (UMP y su aliado Nuevo Centro, escindidos de UDF) y 235 en contra (de la oposición y algunos conservadores y centristas). El Senado dio también el visto bueno ayer por la noche al texto, con lo que quedó definitivamente aprobado.

En cualquier caso, la última palabra la tiene el Consejo Constitucional, ante el que la oposición del PS y del PCF ya ha anunciado que recurrirá, especialmente contra el artículo sobre las pruebas de ADN.

Esta nueva norma se enmarca en la política de «inmigración escogida» del presidente de la República, Nicolas Sarkozy, que pretende «reducir la inmigración familiar y potenciar la laboral», es decir, que únicamente quiere a inmigrantes que puedan trabajar en áreas específicas, pero rechaza que se traigan con ellos a sus familias.