Dream Theater nació como banda en las aulas de la escuela musical de Berkley (Boston, EEUU). Allí se conocieron Petrucci, Portnoy y Myung, trío fundador que aún perdura entre los sueños del gran teatro. Desde su gestación han transcurrido veinte años. Periodo en el que han grabado más de una decena de discos e innumerables directos entre la oficialidad, a veces lo permiten, y el pirateo.

La formación actual del grupo incluye a James LaBrie, voz; John Petrucci, guitarras; Mike Portnoy, batería; John Myung, bajo y Jordan Rudess, teclados. Todos ellos poseen una técnica musical que deja clavado al oyente. Realmente es difícil encontrar una banda tan eficaz con la instrumentación. El sonido de Dream Theater conlleva el juego de cientos de notas de un instrumento a otro, cabalgadas a una velocidad cercanas al límite humano y, de paso, descabalgadas hasta donde la tranquilidad sinfónica puede con la habilidad técnica. Técnica que en numerosas ocasiones aburre en manos de intérpretes sin imaginación, en muchos de los músicos que han salido, precisamente, de las aulas de Berkley; sin embargo, el quinteto de Boston va más allá de la digitación, de la batería con tres bombos o de los retos imposibles. Agobian con su destreza, pero poseen musicalidad y tiempo para las acústicas. Su nuevo álbum resulta arrollador. Un tumulto que llega a nuestros oídos como un meteoro apocalíptico. No obstante, y por buscarle una coma, nos decepciona, en cierta medida, hallar en «Systematic chaos» (Roadrunner Records) réplicas innecesarias de Metallica, como la evidente «Constant motion». Además, predominan en la obra los largos desarrollos, muchas veces instrumentales, las menos con la voz de James LaBrie, a quien le corresponde la ingrata labor de melodiar (con maestría) un continuo fluir de sonidos. «Repentance» dura diez minutos. Una gloriosa pieza sinfónica que justifica la existencia del nuevo álbum. Recuerda a Genesis, Pink Ployd, Camel, Magna Carta... «The ministry of soul» va por los quince minutos y es otra obra maestra del sinfónico. La cuerda del inicio resulta arrebatadora. El cierre del álbum llega con «In the presence of enemies...», dieciséis minutos febriles derivados hacia el metal épico/sinfónico. El álbum se publica en CD y CD más DVD.

En directo versionean, por puro placer, a Pantera, Pink Floyd, Metallica... y lo que se cruce por su exuberante imaginación.