Tras una reunión de siete horas, el Gobierno turco dio el visto bueno a un paquete de sanciones económicas, políticas, militares y diplomáticas contra la guerrilla kurda del PKK en Kurdistán Sur. Entre esas medidas podría estar la interrupción del suministro eléctrico a Kurdistán Sur y el bloqueo de transportes de material de construcción y comestibles en el paso fronterizo de Habur.

Turquía suministra actualmente el 10% de la demanda de electricidad de Kurdistán Sur por este paso, el más importante con Irak.

De hecho, el martes, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, cargó las tintas contra el presidente de Kurdistán Sur, Massud Barzani. «Sus hombres simplemente dan cobertura a la organización terrorista», dijo y rechazó cualquier diálogo o negociación con Barzani sobre la cuestión kurda.

Todo ello en un día en que el Pentágono hizo público el aumento de la colaboración con Ankara contra las bases del PKK. «La clave para cualquier respuesta militar, tanto para Turquía como para otro país, está en tener la información adecuada. Y nosotros hacemos ese esfuerzo para ayudar a Turquía», afirmó el secretario de prensa del Departamento de Defensa estadounidense, Geoff Morrell.

Aunque este traspaso de información no es nuevo, esta colaboración se ha intensificado a raíz de los planes bélicos de Turquía. «Les hemos entregado más y más información de los Servicios de Inteligencia como consecuencia de las recientes preocupaciones», remarcó sin precisar en qué momento comenzó ese incremento en el intercambio de información.

En esa línea, el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, destacó que una incursión turca, incluso de Estados Unidos, contra el PKK «no tendría sentido sin saber su localización precisa».

«Sin información sólida y suficiente, no tiene sentido enviar muchos soldados a cruzar la frontera o lanzar bombas», remarcó en el marco de una reunión informal de ministros de la OTAN en los Países Bajos.