Jesús Mª Gete Olarra Miembro de LAB y padre de Kristina Gete, prisionera política vasca
En Puerto Rico también dudan, Señor Ibarretxe
El pueblo portorriqueño sabe bastante del sufrimiento que suponen la colonización y el estado de libre asociación que vds. preconizan Sr. Ibarretxe, ¿no existe violencia institucional en la persecución de ideas políticas en nuestro país?
Hace pocas fechas tuve la oportunidad de coincidir con compañeros sindicalistas portorriqueños en un evento internacional. Tengo que decirle que las dudas que les suscitó su intervención en una conferencia realizada en Puerto Rico sobre el análisis y modo de plantear la realidad política y social de Euskal Herria se tornaron en una posición política crítica, una vez conocidos otros detalles importantes sobre la falta de libertades y la situación represiva en la que vivimos una parte importante de la ciudadanía vasca.
Seguro conocía que el contenido de su discurso sobre una realidad social parcial y un futuro de compromiso político virtual iban a generar serias dudas y niveles de contestación importantes que Vd., lehendakari, en esa conferencia organizada por el Colegio de Abogados no estaba dispuesto a tolerar.
El pueblo portorriqueño sabe bastante del sufrimiento que suponen la colonización y el estado de libre asociación que vds. preconizan; primero fueron colonizados por los españoles durante casi 400 años y después los norteamericanos dolarizaron el país bajo el sometimiento total que supone el estatus de estado de libre asociación.
¿Cómo se puede entender por parte de la audiencia que acude a un foro para conocer e interesarse sobre el origen y consecuencias del conflicto político vasco que el Sr. lehendakari no admita preguntas de la prensa local y desaparezca por la puerta trasera del recinto de la conferencia ? Sr. Ibarretxe, yo he tenido la oportunidad de leer su discurso, un documento de 14 folios que trasmite rigurosamente la proclama gentilicia de Sabin Etxea. Tratar de distorsionar intencionadamente la realidad política y social de nuestro país obedece a una práctica permanente que sú partido y Vd. no realizan gratuitamente. El eje de su enfático discurso es diáfano, sin ambigüedades: Euskal Herria tiene su mayor problema en la violencia de ETA. ¿Esa es la raíz principal del conflicto político histórico que mantiene Euskal Herria con el Estado ? Sr. lehendakari, ¿dónde sitúa Vd. el sometimiento del pueblo vasco al Estado por la fuerza de las armas? ¿Dónde sitúa la falta de libertades y la represión política indiscriminada? ¿Dónde sitúa la falta de competencias políticas del parlamento de «cartón» de Gasteiz?
En un apartado del documento que obra en mi poder puedo leer referido a la solución del problema de la violencia lo siguiente: «En primer lugar, y antes de tratar cualquier otra cuestión relacionada con el fin de la violencia, la búsqueda de una paz verdadera requiere que las instituciones y la propia sociedad sigamos acompañando y arropando a todas las víctimas del terrorismo. Hemos avanzado mucho en el reconocimiento ético del sufrimiento padecido por miles de personas y estamos intensificando las medidas de reparación de los daños ecnómicos y morales causados por la violencia. Somos conscientes de que esta labor nunca podrá compensar la injusticia padecida, pero es nuestra obligación arropar a estas familias y transmitir adecuadamente nuestro cariño y solidaridad».
Sr. lehendakari, ¿ésa es la solución racional que vds. plantean para terminar con todo tipo de violencias en este país? ¿Se imagina que otra parte no menos importante de la ciudadanía planteara la misma premisa para alcanzar una solución? Se olvida intencionadamente que en las cárceles de exterminio de los estados francés y español han muerto ya 22 militantes que lucharon por la independencia de nuestro país y que 15 familiares han muerto en las carreteras como consecuencia directa de la política de dispersión que vds. en su día avalaron, que en la actualidad existen 12 personas presas con enfermedades graves e incurables, que en estos momentos hay presos y presas que según la propia legislación española deberían estar en libertad al haber cumplido las tres cuartas partes de la condena impuesta y además de forma arbitraria se están alargando condenas; se olvida Vd. del castigo físico, psíquico y económico al que nos vemos sometidos los cientos de familiares que nos trasladamos miles de kilometros semanalmente a visitar a nuestros allegados. Sr. Ibarretxe, ¿no existe violencia institucional en la persecución de ideas políticas en nuestro país?
Sr. lehendakari, algunos llevamos más de 30 años luchando desinteresadamente desde la trinchera sindical por la liberación nacional y social de nuestro país. Yo, como otras miles de personas en Euskal Herria, sufriendo directamente desde hace ya casi 10 años las consecuencias de la perversa represión por ser el padre de una prisionera política vasca que fue salvajemente torturada.
En su discurso también hacía apología sobre la bonanza económica y el estado de bienestar del pueblo vasco como vanguardia europea. La amnesia interesada, Sr. lehendakari, no ayuda a certificar de manera fehaciente una realidad social. ¿No existen en Euskal Herria miles de mujeres y hombres de los llamados «mileuristas» e incluso con salarios más bajos? ¿No existen índices alarmantes de precariedad laboral? ¿No existen miles de trágicos accidentes laborales y cientos de víctimas con resultado de muerte? ¿No existe discriminación de la mujer? ¿No existe un problema gravísimo de vivienda que impide a la gente, sobre todo a la juventud, emanciparse? ¿No existen problemas importantes en los sistemas de salud y educación? Sr. Ibarretxe, ¿qué realidades cuenta Vd. por el mundo?
Termino haciendo mención a otra frase que Vd. proclamó con entusiasmo en su alocución: «Nadie debe confundir a ETA con la sociedad vasca». Yo le diré otra cosa: nadie debe confundir al PNV con la mayoría de la sociedad vasca que reivindica con dignidad el derecho a decidir su futuro en libertad.