Nadie quería llegar a esta situación, pero la resaca de los últimos malos resultados ha dejado a Osasuna encallado en puerto. Cuatro puntos de quince posibles, además contra conjuntos de su misma liga, es un cómputo muy pobre como para no pensar en que la caída hacia los puestos de abajo era irremisible.

Los rojillos ya están en pleno fregado. Empatados a puntos con el antepenúltimo de la clasificación -su último verdugo-, ante el que los navarros volvieron a protagonizar la parábola del buen samaritano. Los de Ziganda resucitaron a un Recreativo que llevaba nada menos que seis jornadas sin marcar un solo gol.

Por muchas veces que se visualice el encuentro ante los andaluces, será difícil encontrar una explicación convincente a la derrota. Parecía imposible que, al menos, Osasuna no consiguiera traerse, al menos, un empate, a la vista del juego desplegado por los locales, pero los navarros se quedaron en tierra de nadie, pecaron de conservadurismo cuando pudieron ir a por el triple y acabaron pagando su racanería por culpa de un detalle de calidad de Martins.

Ahí estuvo la diferencia. Cuatro minutos antes Dady pudo adelantar a los suyos, pero su envenenado remate fue repelido por el palo. De lo que pudo ser el 0-1 se pasó justo a un resultado diametralmente opuesto, que pone a los navarros al borde de la delgada línea roja.

Hasta entonces, Osasuna bien poco había hecho para sacar petróleo de una visita que se antojaba relativamente cómoda y que, a la vista del nivel y nervios del contrario, debió circular por un rumbo bien diferente. Sólo las premuras del marcador trajeron consigo un ritmo más vivo en el juego rojillo, aunque también ciertamente atropellado. El correcalles del último cuarto de hora no pudo ocultar la pobre actitud del resto del choque, del que sólo se salvaron un par de jugadas trenzadas a la contra, como único palmarés reseñable por el lado rojillo.

Pese a saltar al césped del Nuevo Colombino con un esquema idéntico al que triunfó ante el Betis, el juego no fue ni por asomo al de la única victoria a domicilio cosechada hasta ahora. Los de Ziganda estuvieron bastante más desdibujados, sin llegar a estar desbordados sobre el campo, más por demérito de un pésimo rival que porque los rojillos impusieran su dominio.

Encuentro trabado

El partido transcurrió por unos derroteros ciertamente trabados. Un total de 43 faltas -25 del lado local- impidieron en la práctica hilvanar cuatro pases seguidos. El Recre tuvo claro desde el principio que no iba a permitir bajo ningún concepto que Osasuna llevara la iniciativa y confió todas sus opciones en darle la vuelta a su reciente mala trayectoria a alguna jugada aislada de sus peligrosos puntas, aunque al final fue uno de sus pivotes quien le dio los tres puntos.

Ante esa tesitura, la espina dorsal que debía generar creatividad -Puñal, Font y Margairaz, cada uno a diferente altura del campo- no terminó de funcionar. El uhartearra no estuvo fino en más de una circulación sencilla, el villarrealense estuvo bastante desasistido y al suizo, pese a intentarlo en disparos lejanos, se le vio desubicado y lento a la hora de triangular.

Ello obligó a que los jugadores con mayor vocación ofensiva tuvieran que apañárselas ellos solitos para fabricarse sus ocasiones. En esta labor estuvieron particularmente activos Juanfran -de nada sirvió su movilidad y alguna de sus cabalgadas por ambos carriles- y Dady. Además de la oportunidad al palo, el caboverdiano estuvo nuevamente bastante dinámico, aunque a veces muy solitario a la hora de luchar contra la defensa rival.

Como el año pasado, otra nueva derrota en Huelva debe ser el punto de inflexión para variar una dinámica que puede transformarse en muy peligrosa. Afortunadamente, el parón liguero puede aportar el tiempo suficiente para recapacitar.