El Deportivo Alavés ejerció ayer de analgésico de un Poli Ejido aquejado de fuertes dolores y que salvó la cabeza de su entrenador Luis César Sanpedro. Por su modo de actuar, se puede incluso afirmar que el equipo gasteiztarra actuó en formato efervescente, ya que comenzó con muchos bríos, perdonando incluso un penalti a favor, y terminó completamente sin fuerzas tras encajar el enésimo gol tras un error defensivo.

Con la única novedad de la presencia de Gaspar en sustitución del lesionado Coromina, el Alavés saltó al césped de Santo Domingo muy metido, siguiendo la línea marcada el pasado sábado ante el Eibar, con lo que fue superior al equipo local en los primeros 70 minutos. Sin embargo, al contrario que ante los guipuzcoanos, los albiazules no supieron aprovechar sus oportunidades ante el marco local y terminaron pagándolo caro. La opción más clara del partido para los de Uribe llegó a los seis minutos, cuando Estrada Fernández concedió un penalti a los gasteiztarras tras una jugada embarullada en la que un defensa repelió con la mano un remate a puerta de Pablo Casar.

Sin Aganzo, fue Samuel el encargado de intentar transformar la pena máxima, pero su remate, con el meta ya batido, salió desviado por poco.

Superado el palo, el equipo gasteiztarra, con mucha más posesión de balón que un rival al que le pesaban las piernas -sólo hizo un tiro a puerta en toda la primera mitad-, siguió acercándose a la portería local, eso sí, con más insistencia que peligro.

El propio Samuel volvió a probar fortuna a la media hora de juego con un disparo desde el centro del campo con el que cerca estuvo de pillar adelantado a Álvaro Iglesias.

Reacción local

Tras el descanso, Luis César Sanpedro acertó con los cambios y su apuesta por reforzar el centro del campo, faceta en la que había sido netamente inferior, le sirvió para igualar la contienda y tener más posesión.

Ninguno de los dos equipos conseguía conectar con los hombres de vanguardia y el equipo almeriense logró adelantarse en el marcador en un error por falta de contundencia que se está repitiendo demasiado en las últimas semanas. Sergio trató de sacar el balón jugado tras una falta lateral en contra, perdió el balón y el rechace le cayó a Castells, que fusiló a Bernardo.

Uribe movió el banquillo apremiado por el marcador pero los cambios no surtieron ningún efecto, sino todo lo contrario. El entrenador albiazul modificó la forma de jugar del equipo, mucho más vertical y directa con la incursión de Raúl Sánchez y ahí la zaga local se defendió con mucha más comodidad. Toni Moral y Gabri dispusieron de dos claras ocasiones de empatar el encuentro, pero tampoco acertaron y el Alavés regresó a Gasteiz con una derrota a todas luces inmerecida pero que lo coloca a un solo punto del abismo. Las Palmas, otro equipo muy necesitado, será el próximo rival albiazul, que también empieza a necesitar de algún que otro analgésico.