Apenas dos horas antes de que los ferroviarios franceses iniciaran ayer una huelga de carácter indefinido en el Estado francés, el presidente, Nicolas Sarkozy, recibió a los dirigentes de las cuatro empresas públicas -SNCF (ferrocarriles), RATP (transportes de París), GDF (Gas de Francia) y EDF (Electricidad de Francia)- cuyos trabajadores se sumarán hoy a la huelga contra la reforma de los regímenes especiales de jubilación y por el empleo. Esta segunda convocatoria de huelga, tras la importante demostración del pasado 18 de octubre, que paralizó el Estado francés, pondrá a prueba las reformas que el mandatario pretenden llevar a cabo.

Sarkozy avanzó ayer ante el Parlamento Europeo de Estrasburgo que está dispuesto a llevar adelante «con determinación y sangre fría» sus reformas.

El Gobierno francés da por sentado que la huelga será amplia, y el propio ministro de Trabajo, Xavier Bertrand, llamó a los ciudadanos a «prepararse».

Las protestas y la represión policíal, no obstante, comenzaron ayer, cuando la Policía atacó a cientos de estudiantes que bloqueaban la entrada en varias facultades de la Universidad de Nanterre (afueras de París).

El lunes, la principal organización sindical estudiantil, Unef, apeló a ampliar la contestación y unirse a las movilizaciones sindicales «para expresar su apoyo al sistema de jubilación distributivo y llevar a cabo sus propias reivindicaciones».