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Planeta tertulia

Ines INTXAUSTI, Crítica de televisión

Es una lástima que Joseba Arregi haya desperdiciado su pasado profesional en la política. Nunca he visto a nadie al que cause mayor placer aparecer en la televisión. Y más que nunca ahora que es tertuliano, fast thinker. Hace relativamente pocos años era difícil convencer a cualquiera para que tomara parte en un programa de ETB. Hoy, gracias a la mercificación, no hay nada que tenga un precio superior al alma de cada individuo. Unos y otros saben que es igual de rentable estar en la oposición o frente a ella. Y ser provocador resulta más fácil que nunca. Es tirado.

Y Arregi, estirado. De recalcitrante nacionalista a recalcitrante tantrista, el ex consejero de Cultura -asceta en su pueblo- llega al clímax en el calor del plató. Lo dejó bien claro el pasado miércoles en «Kalaka», el programa de ETB-1. Escoltado por una innecesaria Arantxa Azurza, monja y alférez, Arregi demostró que no es amigo de la sombra, sino del sol que más calienta. Parapetado en una posición excepcional y autoexcluyente -yo no, pero vosotros sí ó yo sí, pero vosotros no- sorteaba a Baztarrika, Lizundia y Payá pacá. Creo que sobra comentar que hablaban del affaire «Wall Street Journal», el último periódico que ha hecho un sitio a Joseba Arregi, y del artículo protonaif de su corresponsal en el Estado español, Keith Johnson, que sorprendentemente tantas ampollas ha levantado entre los parecían no conocer a justos personajes como Barreda y Arregi.

La verdad, no creo que el de Andoain debiera de conformase con aparecer en la televisión local y estoy segura de que supera en méritos para hacerlo junto a Calleja, San Sebastián, López Schlichting, Franco, Dragó, Thertsch y otros. Es verdad que la inescrutabilidad del camino que ha llevado a estos últimos hasta el altar de gloria no es confesable, pero estoy segura que también Arregi esconde (aunque no tan celosamente) más de un secreto. Sino, es imposible disfrutar tanto en esas situaciones tan previsiblemente provocadoras y no en otros nirvanas más culturales.

Pero ¿cultura? ¿Quién dijo cultura?

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