La dimisión de María de la Peña y la convocatoria de elecciones para el 3 de enero y la gran respuesta dada en Tarragona por un equipo que responde a lo que ha dado éxitos a este club obliga a una profunda reflexión muy diferente a todas las que se realizan por no querer admitir la realidad de este club.

La Real va a tener seis presidentes en menos de siete años, cuando en los 39 anteriores sólo tuvo cuatro. En ese plazo han pasado nueve entrenadores y decenas de jugadores triturados por esa guillotina de la frustración que nace de la negativa a aceptar que la Real, por sus posibilidades económicas, debe tener siempre el único objetivo de competir en Primera División.

Se ha convertido el éxito de mantenerse en años difíciles en fracasos que obligaban a cambiar todo y tantos cambios han llevado al final a que la Real haya vivido su único fracaso, bajar a Segunda y en una situación económica crítica. Si el éxito se ha convertido en fracaso y los culpables que se buscaban en cada momento debían salir, era difícil que el fracaso se asumiera sin un cambio del Consejo.

Por eso fue un error no convocar elecciones en la parte final de la pasada temporada porque a nada que el equipo no estuviera en la zona de ascenso todo iba a explotar y lo peor es que el único proyecto que podía asumir cualquier Consejo ha salido perjudicado y eso ha condenado al equipo a jugar en un ambiente que le ha perjudicado en exceso. La Real sólo ha perdido un partido fuera, donde ha dado un gran nivel, y tres en Anoeta. Y eso que no es un equipo para jugar mejor fuera que en casa.

¿Crisis de modelos?

El enésimo cambio en el Consejo lleva a hablar de crisis del modelo societario, económico y del deportivo. La Real no ha bajado por tener el capital social más repartido. El Rayo ha bajado a Segunda B con un accionista mayoritario pese a tener más presupuesto que sus rivales. El Betis y el Villarreal han bajado a Segunda con Lopera y Roig como presidentes, prototipos de clubes que viven por encima de sus posibilidades gracias al dinero que ponen a raudales sus accionistas mayoritarios. Osasuna demuestra con el modelo más democrático de un club de fútbol que se puede tener estabilidad y ser competitivo y reducir a la nada la deuda con menos presupuesto que la Real.

Tampoco se puede decir que ha fracasado el proyecto deportivo de jugar con cantera y extranjeros que cubran lo que no sale de Zubieta porque el descenso llegó precisamente cuando el vestuario se llenó de foráneos que no mejoraban lo que había. Casi todos ellos tuvieron libertad para salir y nadie ha ofrecido un solo euro por ninguno y sólo dos han recalado en Primera. El día en que cinco extranjeros salgan de la Real y jueguen en Primera cabrá discutir sobre la validez de un modelo que este mismo ejercicio demuestra su vigencia cuando el equipo ha dado un gran nivel fuera con un once en el que hay una media de ocho canteranos.

El problema tampoco es la falta de dinero. La ruina de la Real ha sido tenerlo y entrar en una dinámica de gastar 35 millones de media pese a no ser capaz de recaudar más de 24. Se compite con nueve equipos con menor presupuesto para lograr el objetivo de la permanencia. Eso sí, cuando se cambia tanto y se gasta el dinero en fichajes que no mejoran el equipo, pasa lo que ha pasado estos años.

Los verdaderos problemas

Y con doce millones la Real es uno de los equipos que más ingresos ordinarios tiene en Segunda. Todo el presupuesto del Numancia representa menos de la mitad de los nueve que cobran los jugadores del primer equipo. El problema está en que la Real no puede tener otros 16 millones en su presupuesto, porque bajar a Segunda es una posibilidad con la que debe trabajar cualquier club y no se puede asumir semejante lastre. Porque no debe ser tan grave bajar como casi todos los demás de su entidad, que en su mayoría han vuelto en un plazo de dos años.

El problema es que en lugar de perseguir un modelo imposible de un club que luche por Europa, con una plantilla de buenos canteranos a los que hay que pagar para que no se vayan y con extranjeros que marquen la diferencia, hay que buscar un modelo posible de club que aspire a estar en Primera con el máximo de jugadores de la cantera para amortizar lo que se invierte en Zubieta y con refuerzos que tengan nivel para jugar en Primera. Salvo que aparezca un Roig que ponga veinte millones al año es imposible el primer modelo. Y lo malo es que Badiola no es un Roig y hace creer que el primer modelo es posible. Y Santos tampoco parece un defensor del segundo modelo. Y como habrá elecciones seguirá la fractura social. Y en este club poder elegir se ha convertido en otro gran problema.