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J.M Lorenzo Espinosa, J.M. Campillo y A. Mendizabal Comisión de apoyo a los profesores despedidos de la UPV-EHU

Solidaridad con los profesores despedidos

Después de los casi 17 años de lucha y sacrificio mantenidos por cinco profesores de la UPV por el reconocimiento de sus derechos y cuando creíamos que se había llegado a una salida al conflicto, con la aprobación de la Ley Iztueta, nos hemos visto sorprendidos por la forma utilizada por los dirigentes de la UPV para aplicar esta solución a los profesores miembros de la conocida «Pancarta».

Mientras dos de ellos se han incorporado a las tareas universitarias, después de llegar a un acuerdo precedido de una negociación, los otros tres continúan en la misma situación de hace quince años. Con el agravante de que ninguna autoridad, hasta el momento, se ha dirigido a ellos para iniciar, de manera análoga que con los anteriores, la negociación que les permita su acceso al trabajo docente en condiciones dignas. Como conocedores de la historia que precede a esta situación, nos produce gran impresión y conmoción verles aún en la puerta de acceso al campus de Leioa, con su pancarta reivindicativa. Sobre todo teniendo en cuenta que sus objetivos políticos, el profesorado propio, han sido reconocidos entre otras razones gracias a su innegable compromiso y lucha, que tantos problemas les viene causando. Y que, al mismo tiempo, tantos frutos está dispensando en el espacio universitario.

Hemos leído que existen o existían diferencias entre los miembros de este colectivo. Sin embargo, nosotros y muchas otras personas siempre los hemos visto como un grupo unido por la asunción de un mismo proyecto e idénticos ideales. En toda asociación humana se suelen producir diferencias, sobre todo tras una larga trayectoria de lucha y tantas vicisitudes. Pero lo lamentable, en este caso, es que el actual equipo rectoral de la UPV se aproveche de estas circunstancias, de modo mezquino y ventajista, para discriminar a varios de sus miembros, marginándolos respecto al tronco común reivindicativo, dentro del cual tenía que haberse producido una solución global. En nuestra opinión, la Pancarta ha encarnado la lucha, en el campo de la enseñanza superior de nuestro pueblo, por su soberanía y derechos nacionales. Se puede decir que la Pancarta ha transcendido su significado literal, su apariencia laboral y su composición numérica, para inscribirse en una dimensión colectiva más amplia, política y social. Por esta razón, la demanda de una solución justa para todos es una petición que va más allá de la universidad. Hoy más que nunca asumimos las solicitudes de los profesores despedidos y deseamos que sean conocidas:

1) Que no haya ninguna exclusión, como la que se ha producido con Enrique López. La UPV aduce que no cumple con el periodo previsto como profesor que la ley requiere.

2) Que los departamentos no interfieran en su incorporación académica, reconociendo los derechos que les corresponden.

3) Que el proceso negociador siga las pautas marcadas, tanto en forma como en contenido, por los acuerdos de 1993 con el antiguo rector Goiriena, acomodados a la situación actual.

Los profesores de la pancarta no desean ningún trato especial. Nosotros, en cambio, creemos que se les debe un reconocimiento expreso. Estamos seguros es que el pueblo vasco les reconocerá su indudable aportación a la causa nacional y seguirá ayudando a los que todavía siguen en situación precaria (despedidos) con el fin de culminar con justicia y dignidad el camino emprendido hace 17 años.

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