El Partido Laborista que lidera Kevin Rudd acabó ayer con once años de hegemonía conservadora en Australia, según los datos provisionales de las elecciones generales que otorgaban al laborismo el 53,25% de los votos frente al 46,75% de los recibidos por la Coalición Liberal. Con cerca del 75% de los votos escrutados, el Partido Laborista habría obtenido 72 de los 150 escaños parlamentarios y la Coalición Liberal, 47.

El primer ministro saliente, John Howard, admitió la «victoria innegable» del laborismo y consideró «muy probable» la pérdida de su escaño, frente a su rival, Maxine Mckew, candidata laborista y ex presentadora de televisión.

Kevin Rudd, que durante la campaña se comprometió a retirar gradualmente a las tropas australianas de Irak y a firmar el Protocolo de Kyoto, ganó las elecciones con un mensaje a favor del cambio que caló en la sociedad australiana. Australia es el único país industrializado, junto a EEUU, que no se ha adherido a Kyoto.

A pesar de que Rudd, un ex diplomático de 50 años de edad, criticó con firmeza la decisión de Howard de enviar tropas al país árabe, en su intervención de ayer tras conocer su victoria, se mostró abierto a trabajar con EEUU y el resto de la comunidad internacional.

«Es hora de escribir una nueva página de la historia de nuestra nación. El futuro es demasiado importante para no trabajar juntos ante los retos del futuro y para modelar nuestro destino», señaló Rudd en su primer discurso en Brisbane entre los aplausos de sus seguidores.

Indicó también que quiere ser el primer ministro de todos los australianos, «de los australianos indígenas, los nacidos aquí y los que han venido de lejos y han contribuido a nuestra gran diversidad»

Howard, de 68 años, dio a entender su retirada cuando señaló que «el Partido Liberal tendrá que escoger a un nuevo líder» y volvió a señalar a Peter Costello como su sucesor.