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las materias primas disparan los precios agrícolas y ganaderos

Un mercado sin control deja vía libre a la escalada de precios de los alimentos

El encarecimiento de las materias primas, sobre todo los cereales, han disparado los precios de los productos más básicos de la alimentación, debido a factores como el aumento de demanda mundial, el precio del petróleo o sequías en grandes exportadores. Pero el problema de fondo es la liberalización, la desaparición de medidas para controlar los mercados alimentarios, que ha dejado sin protección a productores y consumidores ante esas circunstancias.

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Pablo RUIZ DE ARETXABALETA |

Al consumidor no le hace falta esperar a la confirmación oficial del IPC de octubre. Sabe que los precios de los alimentos se han disparado en los últimos meses y lo nota en el bolsillo, mientras escucha las explicaciones sobre la demanda china, los agrocombustibles, el petróleo, y los intermediarios. En octubre el precio de las cebollas ha subido un 22% respecto al año pasado, mientras que la leche y el pollo se han encarecido un 18,3% tras el alza de los cereales registrado en los últimos meses, según datos del Ministerio español de Industria, Turismo y Comercio.

En tasa interanual también se encarecieron el aceite de girasol refinado (16,41%) y otros productos derivados de los cereales como los espaguetis (8,46%), la harina de trigo (8,34%) y el pan de molde de trigo (5,56%). Por el contrario, el aceite de oliva se abarató (-18,77%).

Si se compara con el mes anterior, el aceite de girasol lideró el ranking de subida de precios, con un aumento del 9,10%, por delante de la leche esterilizada (8,24%), la harina de trigo (4,65%), las salchichas Frankfurt (4,29%) y el yogur (3,89%).

En la cesta de productos frescos, también se encarecieron en tasa interanual las sardinas (14,7%), los huevos (10,38%), las naranjas (9,39%) y las peras de agua (9,29%). Por su parte, registraron descensos de precio en octubre en tasa interanual el cordero pascual (-6,61%%) y el conejo de granja (-5,98%).

En la tasa mensual, subieron los tomates para ensalada (6,13%), los huevos (4,32%), y la carne de pollo fresca (3,25%), mientras que bajaron de precio las judías verdes (-7,37%), la cebolla (-4,29%), la anchoa (-3,96%) y la manzana (-3,08%). Detrás de las subidas se encuentra el «mercado libre», es decir, la pérdida durante los últimos años de las protecciones públicas frente a amenazas como el precio del petróleo o sequías cíclicas.

En el caso del cereal, hace tres años se eliminó la bolsa pública que regulaba el precio, comprando cuando baja excesivamente y vendiendo cuando subía para evitar un excesivo encarecimiento.

En los últimos años, todo ese trigo se ha ido vendiendo y los precios han permanecido muy bajos. Pero cuando se ha agotado esa reserva pública, los almacenes que quedan son privados y su objetivo es maximizar el beneficio. «Se está comprando cereal en Castilla porque los almacenistas de aquí no venden esperando a que suba aún más de precio», explica Mikel Kormenzana, de EHNE. Como consecuencia, sube el precio de todos los productos que consumen cereal: leche, pollo, huevos, conejo....

Kormenzana señala que en algunos casos la subida sí repercute en el precio que cobra el productor pero no así en otros, como es el caso de la carne, donde se ha mantenido o ha caído, agravando la crisis que ya sufre el sector. Según el observatorio de precios del Ministerio español de Agricultura, el precio que paga el consumidor por un kilo de carne de ternera es más de cuatro veces superior al que recibe el productor.

En el caso de la leche, el problema de fondo es similar, al irse desmantelando los sistemas de control del mercado. Se ha pagado al productor por no producir, pero cuando ha subido la demanda mundial, sobre todo en China, o por la sequía grave de grandes exportadores como Australia y Nueva Zelanda, -principales vendedores mundiales de leche en polvo- la industria europea ha visto sobrepasada su capacidad de oferta. En los últimos tres años en Europa hay dos millones menos de vacas. El desequilibrio ha saltado cuando ya es demasiado grande.

En Ipar Euskal Herria al productor de leche se le paga entre 30 y 35 céntimos el litro, lo mismo que cobraba al principio de la crisis, aunque la subida no ha sido tran fuerte para el consumidor, que ya pagaba un precio más elevado que en Hego Euskal Herria. «Lo más grave es que algunos quieren aprovechar esta situación para decir que aún hay que liberalizar más el mercado» se queja Kormenzana.

Se refiere a las propuestas para eliminar las cuotas lecheras, con lo que se espera abastecer el mercado. Por el contrario, los productores esperan un mayor control del mercado para abastecerlo y conseguir precios dignos y justos para productor y consumidor.

De lo contrario, vaticinan un mercado de picos, muy inestable, entre años con precios muy altos y otros muy bajos, en el que ni consumidores ni productores se encuentran cómodos.

«Siempre ha habido sequías en Australia o ha subido el petróleo. Lo que ocurre es que cada vez somos más sensibles al mercado mundial, porque cada vez está más liberalizado -concluye el representante de EHNE- Ese es el neoliberalsmo y la liberalización de la agricultura. Eliminar todas las medidas de control del mercado del mercado alimentarios es muy peligroso».

Intermediarios

Y a río revuelto aparecen los intermediarios. Del productor al consumidor el precio sube un 100%, 200%, 300% o hasta un 600%. En el caso del pan la subida que ha registrado el productopr ha llegado casi cuadruplicada al consumior.

En una barra de pan la subida del trigo supone tres céntimos de euro, y la subida real ha sido de entre 17 o 20 céntimos. «El beneficio real para el agricultor ha sido pequeño en el caso de la leche pero en otros casos incluso ha perdido dinero», afirma Kormenzana. En el caso del cordero es otro en los que observa una mala situación, con un precio inferior al del año pasado.

A la hora de señalar a los intermediarios, empresas de transporte, logística, despiece, embandejado... las grandes distribuidoras ocupan cada vez más peldaños de la escalera y a su vez, acumulan un trozo cada vez mayor del beneficio. El último paso es la integración en estas agroindustrias de los propios agricultores, controlando desde la producción hasta la venta final.

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