Marilyn Manson recaló anteayer en Barakaldo para presentar «Eat Me, Drink Me» (Universal, 2007) con el que pretende salir del oscuro pozo de la depresión que todo artista que se precie debe padecer. No era la primera vez que el polifacético autor, que también pinta y proyecta grabar una película sobre Lewis Carroll, actuaba en Bizkaia. Lo hizo hace siete años en La Casilla, dentro de la gíra «Armas, Dios y Gobierno».

Tomando su nombre de la actriz Marilyn Monroe y del asesino en serie Charles Manson, el artista ha creado inteligentemente su personaje siguiendo la estela de Alice Cooper o Gene Simmons (Kiss).

Acudimos con expectación a disfrutar de un espectáculo más visual que musical, de gran plasticidad escénica. Son muchos, activos y creativos, los espectadores que no se sienten cómodos dentro de los estándares establecidos, para los que visitas como la de anteanoche cobran un significado especial.

Tras los teloneros noruegos Turbonegro -buena elección- y con considerable retraso, Marilyn Manson apareció en escena con un cuchillo enorme entonando «If I Was Your Vampire», tema que abre el nuevo disco, «Cómeme, bébeme», del que sonaron otros tres: «Are You The Rabbit?», y en el auge del concierto, «Putting Holes In Happiness» y «Heart Shaped Glasses». Con estudiada estética gótica y demasiados parones, la cuidada escenografía no sorprendió lo esperado aunque es sin duda el plato fuerte del controvertido artista. Una pantalla mostró artículos de prensa que lo relacionaban con la matanza de Columbine o frases como «Bilbao/Drugs». Sonó también «Sweet Dreams» de Eurythmics y alcanzó el climax con «Rock Is Dead» (incluida en la película «Matrix»), donde la doble eme (MM) se elevó a 4 metros de altura. Corto y entretenido, en lo musical destacó en los temas más industriales. Sin su singular personaje, sería una banda de metal más.