Raimundo Fitero
Impresiones
Posiblemente estemos en la cuerda floja de un momento histórico en el que las ideas se han convertido en acciones convertibles. Quizás mantengamos un equilibrio desestabilizado por la constante influencia de los acontecimientos que se precipitan sin apenas poderlos asumir. Quizás sea que entre el ejercicio físico y la vigorexia se encuentre el tiempo de las cerezas y que se nos haya olvidado cómo pelar las mangranas. Quizás hayamos externalizado hasta los sentimientos propios, pero yo confundo la realidad y la ficción en cada noticiario, en cada serie, en cada reality. He llegado a un lugar excesivamente poblado de focos en movimiento, de oscuridades llenas de voces amplificadas. Me cuesta pensar, reflexionar, separar el ruido de las sentencias y vivo a base de impresiones. O sea, vivo al borde de la irracionalidad.
De tal manera que cuando veo las imágenes de la llegada de los últimos cayucos me cuesta darles el rango documental y se me convierten en una ficción, en una escenificación. Veo a esos jóvenes fibrosos, con esas caras de miedo, esos cuerpos de ébano totalmente derrengados y me es imposible asimilar que se trata de una tozuda realidad, de algo que está sucediendo, de una aventura humana, de una desgracia, de un viaje emprendido voluntariamente en busca de alguna solución vital. Las cámaras colocadas como testigos impasibles de esa vergüenza me hacen sentirme cómplice de ese sufrimiento. Quiero renunciar a todo, despojarme de prejuicios, de valores añadidos, pero acabo perdido, solitario, náufrago de mi propio viaje ideológico, agarrado a mi mando a distancia como un leño que flotase entre esos mares catódicos.
Desesperadamente confuso veo que en el mismo nivel jerárquico se nos da la noticia de que un tal Rodrigo Rato ha fichado por un banco de inversiones y va cobrar unas cantidades de dinero que parecen una pura ficción. Pero es que inmediatamente en el mismo episodio de información se nos plantea una pregunta trascendental, ¿debe volver Raúl a la selección? No tengo una respuesta definitiva, soy un ser sin personalidad. Espero al próximo Teleberri, aparece Juan José y me provoca incontinencia.