«Nos invisibilizan porque se cree que las mujeres somos asexuales»
Nacida en Hernani, reside desde hace décadas fuera de Euskal Herria, primero en Barcelona y actualmente en Madrid. Es una referente en el movimiento feminista y el colectivo de lesbianas. Precisamente, fundó el Colectivo de Feministas Lesbianas de Madrid y es autora de diversas publicaciones. Hoy inaugurará en el Teatro Victoria Eugenia las III Jornadas de Políticas Lésbicas.
Maider EIZMENDI |
«Los caminos del empoderamiento de las lesbianas». Ése es el título de la ponencia que ofrecerá hoy Empar Pineda para inaugurar las jornadas organizadas por la Federación Estatal de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales. Explica que el empoderamiento es «el proceso por el cual las personas, en este caso las lesbianas, vamos ganando en confianza y tomando conciencia de que nuestro deseo sexual es legítimo y placentero, lo que nos permite avanzar en la posibilidad de realizar propuestas, exigir revindicaciones», es decir, ganar poder.
Según han insistido desde los colectivos de lesbianas, uno de sus mayores problemas es la invisibilidad.
Es verdad que en relación a los gays, las lesbiana tenemos un déficit de visibilidad social tremendo y esto se manifiesta en todos los ámbitos. Por ejemplo, hay muchos más gays en el teatro, en el cine, en la televisión o en el mundo de la política. Ellos son mucho más visibles que nosotras y no es porque seamos menos; el problema es que a las lesbianas todavía hoy, a pesar de los avances que se han logrado en el reconocimiento social de la orientación lésbica, nos da bastante miedo lo que se suele decir `salir del armario'.
¿A qué se debe esta diferencia entre hombres y mujeres?
Se debe a un conjunto de factores. Por un lado, a los hombres, aunque sea llamándoles `maricones', siempre se les ha considerado seres sexuales. En el caso de las lesbianas circula la idea de que a las mujeres lo que más nos va, más que el sexo, es la ternura, el cariño, las caricias, la entrega, la devoción... Como si a las mujeres no nos fuera el sexo. Por otra parte, también pesan esas ideas de la época del franquismo de que la sexualidad de la mujer tenía que estar exclusivamente orientada a satisfacer los deseos sexuales del varón, a procrear...
Se ha roto con ese mundo de ideas carcas, tradicionales y machistas, pero aun así, todavía si una pareja de lesbianas pasea por la calle y se da un beso o se abraza muy poca gente piensa que son lesbianas; `las mujeres que son tan tiernas y cariñosas', piensan. Si vives con tu pareja tampoco pasa nada, porque piensan que `qué bien se llevan estas amigas'. En cambio, ante dos hombres que se besan por la calle apenas se duda de que son pareja. Esto supone que a corto plazo tenemos más ventaja, porque podemos hacer nuestra vida sin que se metan con nosotras, pero es a costa de negar nuestra existencia. El problema es que si no rompemos con esas `ventajillas', efectivamente seremos mucho menos visibles.
También hay otros factores que dificultan la visibilización de las lesbianas, como es el factor económico. Numerosos informes han señalado que la media del salario de las mujeres en comparación con la de los hombres está un 30% por debajo. La situación económica de las lesbianas en conjunto no es tan buena como la de los gays y, por lo tanto, tienen más miedo de que las echen del trabajo si reconocen abiertamente su sexualidad.
Por último, hay otro factor que no se ha tenido en consideración y que también es importante: nosotras solemos tener una dependencia afectiva hacia el padre y la madre muy fuerte, de manera que nos angustia más disgustarles. Muchas veces es mayor el miedo que tenemos interiorizado, el miedo a cómo van a reaccionar si se lo digo. Yo animo a todo el mundo a que comience a acabar con la invisibilidad en el entorno familiar, en el trabajo, en el centro de estudios...
Esa visibilización quizás sea la herramienta para que ese miedo al que aludía desaparezca.
Es así. Cuando una persona reconoce públicamente su sexualidad, no sólo se consigue una satisfacción personal, sino que socialmente ganamos todas. Además, la importancia que tienen los pasos que vayamos dando cada una de nosotras se refuerza con la pertenencia a los diversos colectivos.
Hablando de esos colectivos. Han hecho una gran labor y, gracias a ellos, la situación de los homosexuales ha avanzado, ¿no es así?
Sí, por su puesto. Desde la muerte de Franco hasta ahora los cambios han sido tremendos y, sobre todo, en la última época a nivel legislativo. Todo ello ha ido precedido por una continuada lucha de lesbianas y gays, para que la sociedad fuera cambiando en materia sexual y no viera sólo la heterosexualidad. Los cambios han sido muy grandes pero todavía nos queda mucho por conseguir. Por ejemplo, tenemos una ley de matrimonio, pero no hay por qué obligar a los gays y lesbianas a que tengan que casarse vía matrimonial. ¿Por qué no se impulsa una ley de parejas de hecho de ámbito estatal, por su puesto, con la posibilidad de adopción, para todas aquellas personas que quieran legalizar su situación y encontrarse cómodas socialmente, pero sin tener que casarse?
Por otro lado, necesitamos que haya muchos más recursos públicos para combatir las manifestaciones de homofobia y lesbofobia; ese miedo que tiene alguna gente hacia lo distinto y que se traduce en muchos casos en agresiones. Ese cambio hay que impulsarlo desde la escuela, donde hay que ofrecer una visión de las sexualidad que no sea sesgada, como la actual, y que recoja todas las variantes.
Habla de variedad, pero ¿no es cierto que se tiende a homogeneizar el colectivo de lesbianas?
Lo que tenemos en común es que sentimos deseo sexual por otras mujeres. Entre nosotras hay de todo y esa idea hay que difundirla, porque de esa manera se va a romper con esos estereotipos que trasmiten que todas somos unas `marimachos'.
«Cuando una persona reconoce públicamente su sexualidad, no sólo consigue satisfacción personal, sino que socialmente ganamos todas»