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Carlo Frabetti Escritor y matemático

Victorias pírricas y derrotas griegas

Kaiolan dagoen txoriak hegoak baditu, baina hegan egiteko eskubidea ukatzen diote. Hegoak ez dizkiote moztu, baina lotu egin dizkiote Euskal konstituzioak ez ditu arazo guztiak gaindituko, ez da inolako panazea. Baina herri txiki honen biziraupena ziurtatuko duSeguramente Zapatero ganará las próximas elecciones, aunque para ello tenga que desempolvar al impresentable Bono. Será una victoria tan miserable como las de Putin y Bush, una victoria pírrica

Los antiguos romanos, que en comparación con los imperialistas actuales eran un modelo de civilización y de respeto a otras culturas, conquistaron Grecia para dejarse conquistar por los griegos -por su filosofía y su arte superiores-, cuya supuesta derrota se convirtió en una de las mayores victorias culturales de la historia.

La «derrota» de Chávez ha tapado la boca a quienes acusaban al Gobierno venezolano de dictadura encubierta, a la vez que brinda un buen motivo de reflexión a algunos bolivarianos excesivamente triunfalistas. La vía pacífica hacia el socialismo tal vez sea posible -ojalá sea posible-, pero no será fácil. Y menos con la poderosa oligarquía venezolana vendida al más brutal imperio de todos los tiempos.

Puede que a algunos les haya sorprendido que Chávez calificara de pírrica la victoria del «no» y que dijera que una victoria así él no la querría; puede que a otros les haya recordado la consabida fábula de la zorra y las uvas. Pero el viejo zorro bolivariano seguramente tiene razón al pensar que las uvas de una victoria mínima habrían estado verdes. Una victoria mínima del «sí» habría permitido a los manipuladores mediáticos alimentar las dudas sobre la índole democrática del proceso revolucionario y habría facilitado la estrategia de la crispación. Sin embargo, una victoria mínima del «no» no interrumpe el proceso, e incluso podría fortalecerlo. Dentro y fuera de Venezuela muchas personas hasta ahora recelosas, intoxicadas por los medios de comunicación capitalistas locales e internacionales, tal vez empiecen a contemplar con mirada más tranquila y objetiva los impresionantes logros sociales conseguidos por la revolución bolivariana en apenas una década. Tal vez los «vencidos» empiecen a convencer a los «vencedores» con el ejemplo de su serena aceptación del veredicto de las urnas, con esa victoria de la dignidad y la ética a la que alude Fidel en su carta de felicitación -sí, de felicitación- tras el anuncio del resultado del referéndum.

Casi a la vez, como para hacer inevitable la odiosa comparación, hemos asistido a la vergonzosa «victoria» del carnicero Putin, basada en la represión, la manipulación y el fraude. Y a la no menos vergonzosa detención electoralista de los encausados en el sumario 18/98, perpetrada por quienes sólo saben enfrentarse a la derechona poniéndose a su nivel.

Seguramente Zapatero ganará las próximas elecciones, aunque para ello tenga que desempolvar al impresentable Bono y demostrarles a los «indecisos» que Bambi puede ser tan sanguinario como las hienas y las comadrejas del nacionalcatolicismo. Será una victoria tan miserable como las de Putin y Bush, una victoria pírrica cuyo desmedido coste social y político -por no hablar de la ética y la dignidad- arruinará incluso el mínimo consuelo de que no gane Rajoy. Chávez no querría una victoria así. Nadie con un ápice de decencia la querría.

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