Se acabó el elucubrar con los tres puntos de la segunda jornada. El problema es que tras su disputa tampoco queda muy claro cuál puede ser la trayectoria de un Osasuna que apenas escala dos puestos, empatado a doce puntos con su rival de ayer, el Almería y el Valladolid, y a sólo tres del descenso directo.

Los rojillos no terminan de apuntillar sus enfrentamientos -tuvieron el choque prácticamente decidido, pero marraron el trascendental penalti- y, al final, acaban pidiendo la hora. El Sevilla se volvió a quedar con las ganas de obtener una victoria en El Sadar -acumula ya 15 años sin rascar tres puntos en Iruñea-, pero Osasuna no va a tener una oportunidad mejor para volver a superar a un rival muy mermado por las bajas y, de rebote, haberse situado en una cómoda novena plaza, que hubiera aportado mucha moral.

Definitivamente, no parece que éste vaya a ser el diciembre del año pasado -resultará bastante complicado concatenar varias victorias consecutivas- y los de Ziganda van a tener que sudar tinta china para pelear cada punto. El de ayer, al menos, se antoja justo -excepción hecha de la pena máxima fallada- por los méritos de uno y otro, que no sólo empataron a goles, sino también a oportunidades e incluso a ocasiones que el balón fue repelido por los postes.

Tratando de aquilatar sus fuerzas transcurrieron los primeros compases del choque entre navarros y andaluces. Más pendientes de no perder el sitio ni el esférico, ambas escuadras se dedicaron a pugnar en medio campo y sacar petróleo de las jugadas de estrategia.

Puñal puso un buen centro en una falta al borde del área que la defensa hispalense sacó con ciertos apuros apenas cumplidos los cinco minutos, pero Kone dio la réplica tres después al tratar de aprovechar un rechace a la salida de un corner, que también el capitán rojillo sacó con la cabeza cuando la pelota se dirigía peligrosamente hacia los dominios de un Ricardo que luego sería protagonista.

Giro electrizante

Las sensaciones de fútbol control y respeto mutuo dieron un giro electrizante cuando Palop y Fazio -sobre todo el joven central argentino- no se pusieron de acuerdo en el minuto 18 para cortocircuitar un centro de Juanfran, de cuya indecisión sacó muy ben partido Plasil para colocar el cuero en las redes tras pasar por entre los pies del cancerbero valenciano.

De la alegría del 1-0 bien pudo pasarse al jarro de agua fría del empate en apenas un suspiro. El que le costó a Kone volver a superar la línea defensiva rojilla y plantarse sólo ante el portero osasunista, quien volvió a salir airoso del examen sorpresa con otro paradón de mérito.

Agitado el marcador, el envite no dejó de deparar sobresaltos a la parroquia, que vio al filo de cumplirse la media hora cómo su equipo pudo poner más tierra de por medio de haber materializado el inocente penalti que cometió Poulsen sobre Juanfran. De la pugna entre dos expertos a la hora de encarar las penas máximas, fue Palop en esta ocasión quien se llevó la gloria al detener el lanzamiento del uhartearra -el fallo no evitó que recibiera a renglón seguido el cariño de la grada- y, de paso, propiciar que el Sevilla siguiera metido en el partido.

Y quien más empeño siguió poniendo en el intento fue Kone. El costamarfileño volvió a meter el miedo en el cuerpo cuando remató de cabeza con mucha intención en el minuto 36, obligando a Ricardo a esforzarse para desviar el balón de su trayectoria hacia la escuadra y volviendo a reeditar su particular idilio con los palos al golpearse en la espalda con el poste, pero esta vez sin consecuencias.

En casa del pobre...

Pero como el refrán, a Osasuna le duró la alegría apenas un minuto después de descansar en vestuarios. Que la zaga navarra no saliera todo lo metida que debiera y los dos cambios de Manolo Jiménez trajeron consigo la igualada.

Duda y Navas -los dos recambios que introdujo el técnico sevillista- protagonizaron el 1-1. El brasileño puso el centro -no sería el último- y el sevillano le buscó muy bien la espalda a Monreal para cruzar con mucha calidad, anulando la hasta entonces exigua ventaja local.

Los siguientes fueron minutos de zozobra para los de Ziganda. Ricardo se complicó la vida en un centro en el que parecía que el cancerbero madrileño tenía toda la ventaja del mundo y Luis Fabiano remató de cabeza arriba (m.60) en otro servicio de Duda.

Le costó un cuarto de hora reaccionar a Osasuna. Fruto de una falta a 25 metros, un pepinazo de Dady pudo cambiar el transcurso del encuentro, pero la cruceta repelió el trazallo del caboverdiano. Los rojillos entraron en una fase más dominante y Krutxaga, también a balón parado, peinó un libre indirecto botado por Monreal, que se fue arriba.

Sin embargo, el último tramo fue de los andaluces, que bien pudieron llevarse los tres puntos si el larguero no hubiera repelido la falta sacada por Duda en el 93, fruto de un inoportuno empujón de Font al borde del área. Igualdad en palos, ocasiones y goles.