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Raimundo Fitero

Desintoxicación

Probablemente lo consiga. Lleva ya muchas semanas GH y no le he dedicado ni dos horas de mi vida. Es un proceso pactado con mi terapeuta y con quien conmigo va por esta vida, especialmente en las noches de los jueves. Se trata de una suerte de desintoxicación, una cura de alejamiento de un foco contaminante que condiciona la salud mental, la concepción de la vida y que forma parte de una conspiración de los productores de cosméticos, pollos y congelados, para transmitirnos una idea del mundo pasada por el rastrillo de la histeria. El «experimento sociológico», ha devenido en un circo donde las hormonas pueden sobre las neuronas, y en donde el espectáculo está absolutamente encarrilado hacia un entretenimiento zoológico.

Obviamente, si se está unas cuantas horas al día frente a un televisor, se acaba teniendo noticias de este programa que sigue recogiendo unas buenas audiencias en su entrega de las denominadas galas, en los debates dominicales o en sus resúmenes diarios, sin olvidarse de que se puede seguir en directo, las veinticuatro horas, por varios canales de las plataformas digitales. Y el otro día en uno de eso programas de recortes de diversos programas ofrecieron unos segundos de Mercedes Milá haciendo apología del sexo, que me pareció patético. No sé cómo explicarlo, me resultaba entre ridículo, forzado, y que denotaba más que una confirmación un deseo. Dejaba de manifiesto unas ganas, más que un recuerdo cercano. Pero, claro está, contribuía al espectáculo y garantizaba el salir en todos los zappings habidos y por haber, y sus correspondientes minutos de gloria en YouTube.

Las adicciones a estos programas son difíciles de cortar. La presión ambiental es total. Los personajes o personajillos que segrega GH acaban en otras cadenas, se difunden por los medios. Hace unos días El Loco de la Colina con su «Ratones coloraos», que emiten algunas autonómicas, obtuvo un récord de audiencia al entrevistar a Amor, la transexual canaria que fue expulsada, después rescatada para volver a entrar y que abandonó voluntariamente la casa con el fin de recaudar euros por sus paseos televisivos. Hay que intentarlo.

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