Al menos 22 muertos en dos ataques protagonizados por kamikazes en Irak
Al menos 22 personas murieron en dos ataques con bomba en la provincia de Diyala, al noreste de Bagdad, doce en un atentado contra la oficina de un grupo paramilitar que colabora con EEUU y el Gobierno en la lucha contra la insurgencia y diez, en otro contra el Ejército.
GARA | BAGDAG
Los atentados contra la oficina de un grupo paramilitar y contra un puesto de control del Ejército iraquí se saldaron con, al menos, 22 muertes. El primer ataque fue protagonizado por una mujer en la localidad de Muqdadiyah contra las oficinas de un grupo local de apoyo a las fuerzas estadounidenses e iraquíes en la lucha contra la insurgencia. Diez de los muertos eran miembros del grupo, según el jefe de la Policía de la ciudad, el general de brigada Mohammed al Tamimi, quien dio un balance total de quince muertos. El Ejército de EEUU redujo la cifra de fallecidos a doce.
El segundo ataque fue realizado por un conductor kamikaze que lanzó el coche bomba que conducía contra un puesto de control en la zona de Mansuriayah, a 30 kilómetros al este de la capital provincial, Baquba. La deflagración causó la muerte de siete soldados iraquíes y tres miembros de otro grupo paragubernamental local, según un oficial del Ejército.
Regreso de desplazados
Los ataques se produjeron en la misma jornada en la que la Agencia de Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR), subrayó que muchas zonas de Irak todavía no son aptas para el regreso de los desplazados.
Un informe humanitario del Creciente Rojo publicado esta semana estima que más de 25.000 desplazados iraquíes han regresado desde siria durante la última quincena de setiembre, un movimiento que ACNUR cree apresurado, ya que «muchas zonas siguen siendo consideradas inseguras porque las condiciones en el país no son las apropiadas para garantizar un regreso digno y tranquilo», en palabras de su portavoz, William Spindler.
ACNUR considera preocupante la falta de agua, comida y cobijo, junto con las limitaciones de los servicios sanitarios y el alto índice de paro, que provocan que la situación en Irak todavía no sea la más propicia por «la falta de seguridad y de servicios».