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Una derrota que no resta validez a la actual filosofía

El Madrid se impone en San Mamés gracias a un gol de Van Nilsterooy, que se aprovechó de los errores de Ocio y Aranzubia. Los rojiblancos merecieron más en un igualado e intenso partido.

ATHLETIC 0

REAL MADRID 1

 

Este periódico reflejó el pasado miércoles que ayer se iban a encontrar dos modelos completamente distintos en el apartado de la política deportiva y la fisonomía social, El pasado viernes, Caparrós repitió ese mismo mensaje en Lezama. No le faltaba razón en unas declaraciones que buscaban la arenga entre la afición rojiblanca.

Ayer, el Athletic perdió ante un gran equipo, pero compitió, trabajó de lo lindo y no fue menos que el rutilante Madrid de los miles de millones gastados en cada verano. Es más, el conjunto vasco no mereció una derrota que llegó merced a los errores propios más que por el acierto ajeno.

Ambiente e intensidad son los dos condimentos imprescindibles para cualquier choque que jueguen Athletic y Real Madrid en San Mamés. La noche de ayer no fue una excepción.

Caparrós sorprendió a medias con la introducción de Ustaritz como lateral y sacrificó a Orbaiz y Gabilondo del once. Sin embargo, la apuesta de tapar a Robinho con el de Matiena-que se había ganado seguir en el equipo, pero de central- no fructificó y el vizcaino pasó al centro del campo a los 25 minutos de juego. Al rectificar, Caparrós dejaba en evidencia su error, para finalmente tener que recurrir a la entrada de Orbaiz pocos minutos antes del descanso. Algo que, tras la cantada táctica, era muy previsible.

En cuanto al juego, los primeros compases del encuentro fueron sumamente vibrantes para la afición de San Mamés. El Athletic salió a achuchar y tuvo una cadena de llegadas al área blanca para intentar demostrar que lo de Mestalla no fue un oasis en medio de un interminable desierto. Así, Amorebieta, Javi Martínez o Llorente marcaron el terreno rojiblanco. Sin embargo, el Madrid no se amilanó y entró en el juego de la acción y reacción dentro de un choque intenso pero no vertiginoso.

Robinho por la izquierda y un móvil Raúl tuvieron las mejores ocasiones blancas antes de llegar a la veintena de juego, pero, esta vez sí, Aranzubia solventó bien su trabajo.

Al igual que Casillas, que salvó a los merengues del primer gol vasco gracias a una gran intervención ante Iraola. El meta, corrigió un serio error de Cannavaro, que se comió el balón, que permitió al usurbildarra plantarse sólo dentro del área.

Con el cambio táctico, el partido entró en una fase algo menos viva, pero donde la amenaza blanca seguía latente y donde los rojiblancos tampoco desechaban la opción de mirar al arco rival. De hecho, tras un sensacional centro de Koikili, Fernando Llorente tuvo el gol en su cabeza, pero las manos de Casillas impidieron que los rojiblancos se adelantasen.

Errores y el otro fútbol

Bajo esa dinámica, gol bien anulado al inefable Ramos incluido, se llegó al final de la primera mitad. Las espadas estaban en todo lo alto y el equipo vasco aún podía derrotar a su antagonista sociológico y deportivo.

La reanudación arrancó con menos ritmo y eso dio pie a que los merengues se sintiesen bastante más cómodos. Tanto, que encontraron el partido donde querían merced a dos claros errores del Athletic. Primero, Ocio no despejó un balón que un central de su coste y experiencia siempre debería alejar y, segundo, Aranzubia se tragó un buen disparo de Van Nistelrooy. Con el marcador en contra, apareció la casta siempre exigible al modelo del Athletic. Y así, aunque la amenaza era constante, jugadores como Amorebieta y Koikili se conjuraron para levantar al público de San Mamés.

Pero, pasan las décadas y el cuento blanco se parece mucho año tras año. Los Buyo, Goyo Benito, Juanito Hugo o Hierro parecen haber encontrado grandes herederos en los Casillas y Ramos de hoy. Éste último jugó al límite y se permitió el consentido lujo de agredir a Koikili. El Madrid encontraba la fórmula para desactivar a un Athletic que lo intentó siempre. Hubo carrusel de llegadas, pero el merecido tanto no llegó. Sin embargo, el modelo compitió y dejo clara su validez. Sin duda.

 

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