La nueva era en las relaciones entre la Unión Europea y África, proclamada el pasado domingo en la cumbre de Lisboa, consagró una nueva relación de fuerzas entre Europa y sus antiguas colonias, que ya no dudan en autoafirmarse y en decir no.

Durante dos días, África actuó como un mismo bloque, acallando, por lo menos durante un tiempo, sus divergencias con el fin de mostrar a Europa una «africanidad asumida», valoró el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Alpha Oumar Konaré.

Por su parte, Antoine Glaser, director de la revista bimensual especializada en África «La Lettre du Continent», consideró que «los europeos se quedaron extremadamente sorprendidos ante la reacción de los africanos» .

En Lisboa dijeron «no» a los acuerdos de asociación económica, al ostracismo de Robert Mugabe -presidente de Zimbawue-, a los viejos esquemas paternalistas y al olvido del pasado colonial.

«Ha llegado la hora de enterrar definitivamente el pasado colonial. África quiere elaborar su propia agenda», insistió Konaré en el discurso de apertura de la cumbre.

Una exigencia tanto más legítima en cuanto que el presidente de Ghana, John Kufuor, resaltó que «Europa tiene necesidad de África como África la tiene de Europa».

Los africanos lo comprendieron bien y se opusieron a las exigencias de Europa.

El más radical, el dirigente libio Muamar al Gadafi exigió «compensaciones por el periodo colonial» a cambio de una colaboración de los países africanos para solucionar el problema de la inmigración.

En esa línea, Kufuor incidió en que «durante 500 años, las relaciones entre nuestros continentes no han sido felices. Tras la abominable trata de exclavos, la colonización, el apartheid... es importante corregir esta injusticia de la historia». Una visión compartida y expuesta en la cumbre del fin de semana.