Raimundo Fitero
Susurrando
Los responsables de la serie «RIS Científica» han copiado mal. Creen que el éxito de los diferentes CSI se debe a que los personajes actúan hacia dentro, meditan y hablan en tono bajo. De tal forma que hacen susurrar a todos los protagonistas de la serie, empezando por José Coronado que parece un filósofo taciturno más que un policía, y que le hacen actuar con tanta contención, que parece haberse disipado, como si no existiera, como si se creyera que con aguantar el plano corto, una mirada perdida, y una frase dicha como sin querer ya le han metido interés y suspense a la entrega. Y es que no. Falta mucho más para que eso tan aparentemente sencillo funcione. Lo que se constata es que teniendo, como tiene, medios de producción, buenas intenciones, hasta tramas más o menos interesantes, no logran darle ni la forma ni el contenido adecuado, y al intentar copiar de tal manera y persistencia lo externo de la policía criminalística norteamericana, lo que hacen es convertirse en una parodia. Una mala parodia.
La cuestión es muy sencilla. Los policías que triunfan en las producciones propias son unos mangarranes, descerebrados, gritones, histéricos, que dicen tacos y que comen bocatas de calamares. La corbata les estorba, y no utilizan el susurro ni en un confesionario. Este modelo es el que ha ido funcionando, con todos los matices que se quiera, hasta la fecha, por tanto, intentar colar ahora a unos policías supuestamente científicos, filósofos, tranquilos, que buscan pruebas y que hablan como si estuvieran en un tanatorio no mola.
Es una realidad que se comprueba cada semana. No tiene la audiencia que el proyecto y su producción requieren. Y entrega tras entrega vemos como el intento se queda petrificado, como si cundiera ya la más absoluta sensación de fracaso. No existe alegría, ni tensión, ni pulso, los capítulos funcionan estructuralmente de manera más o menos correcta, pero en cada escena, en cada secuencia, se pierde fuelle, los actores parecen estar pintados, sin energías, y al final, el montaje nos deja siempre como pensando en lo que hubiera podido ser y no ha sido. Le dirán adiós susurrando.