Apelemos a la memoria histórica y al recuerdo de grandes socialistas como Pablo Iglesias, Olof Palme y Salvador Allende, para reclamar que en las bases del PSOE surja y se refuerce la idea de que el proyecto de la paz rechace la aplicación de medidas «pacificadoras». Una «pacificación» no es sino una imposición de un orden por la fuerza (ya el fascista Ernesto Giménez Caballero decía que «tranquilidad» viene de «tranca»).

En este sentido, las personas detenidas y encarceladas en este torrente del último medio año serán reconocidas en su día como héroes de la paz y, arrojadas ahora a las prisiones, ello hace más difícil todavía la paz, por no decir imposible.

Personas como Juan Mari Olano, Arnaldo Otegi e Iñaki O'Shea, por citar tan sólo unos pocos nombres, no son sino la punta del iceberg de un verdadero movimiento por la paz que no puede ser sepultado en el silencio de sus celdas. Es necesaria su presencia en la calle para que un día la paz -que no es sino un epifenómeno de la justicia y de la libertad- sea posible.