Más de 42 personas murieron y más de un centenar resultaron heridas ayer por la mañana en las explosiones de tres coches bomba en distintos puntos de la ciudad de Amarah, a 350 kilómetros al sur de Bagdad.

Las tres se produjeron a plena hora punta y con un intervalo de seis minutos

El primer coche bomba explotó sobre las 10.00 (dos horas menos en Euskal Herria) en un aparcamiento. El segundo lo hizo en un mercado situado a tan sólo 45 metros. En ese momento, muchos se estaban acercando al lugar donde ocurrió el primer atentado para comprobar los daños, por lo que esta segunda bomba les cogió de lleno. El tercero también estalló en un parking. Las tres explosiones causaron abundantes daños materiales en varios vehículos y edificios colindantes, según fuentes policiales.

Añadieron que los «hospitales estaban al borde de su límite» por el alto número de heridos. La televisión iraquí Furat informó de que dos personas habían sido detenidas en relación a estos ataques, los más mortíferos cometidos en Irak en los últimos meses y que se producen diez días antes de que las fuerzas británicas traspasen al Ejército de Irak el control de la vecina provincia de Basora.

Amarah, capital de la provincia de Maysan, está situada en la región de Marsh Arabs, rica en campos petrolíferos. Cuatro grupos chiítas, entre ellos el del clérigo Muqtada al-Sadr, intentan hacerse con el control de esta región.

El martes, otro fatídico día

Este triple atentado tuvo lugar justo un día después de que, en el barrio bagdadí de Hathiya, un kamikaze detonase la carga explosiva que llevaba consigo a escasos 150 metros de las oficinas del ex primer ministro iraquí y miembro suní del Parlamento Iyad Allawi. Dos policías murieron en el ataque y otros doce sufrieron heridas de diversa consideración. Todos ellos se encargaban de la seguridad personal de los líderes políticos que estaban en las instalaciones.

El martes, además, en el barrio de Saidiyah, en Bagdad, una bomba oculta en un cadáver mató a un soldado iraquí e hirió a siete personas. Este mismo día, militares estadounidenses, apoyados por tropas iraquíes, detuvieron a cinco personas supuestamente relacionadas con la muerte de un policía en la provincia de Babil.