Los contaminantes provocados por la incineración de cadáveres en el cementerio San José, de Iruñea, «afectan directamente a la salud de las personas, contaminan el medio ambiente y contribuyen al proceso de calentamiento del planeta». Así lo advierte Lurra, Asociación de Defensa de la Tierra, quien ha realizado una petición formal en el Ayuntamiento de la capital navarra para que informe sobre diversas cuestiones relacionadas con este tema.

En concreto, Lurra desea conocer qué sustancias de efecto invernadero se emiten cada año a la atmósfera debido a la cremación de cadáveres en el cementerio de Iruñea, y si se respetan los valores límite que marca el Protocolo de Estocolmo para la emisión de sustancias peligrosas a la atmósfera.

Esta asociación también desea conocer si el Ayuntamiento ha realizado algún estudio de salud y ambiental que avale la cremación de cadáveres en el cementerio, y hasta cuándo tiene decidido seguir practicando «este sistema de eliminación de cadáveres tan peligroso para los humanos y el medio ambiente».

Por último, pregunta si el cementerio municipal cumple el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (MINP), que establece la obligación de que este tipo de instalaciones se ubiquen, al menos, a 2.000 metros de distancia de los núcleos poblados.

Como complemento de su solicitud, Lurra adjunta un informe del Departamento de Ciencias de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Florida, que constata la producción de monóxido de carbono durante la cremación.

Mercurio, cadmio y plomo

El mismo informe recuerda que la volatilización de metales, o la deposición de metales sobre el hollín, es responsable de los agentes contaminantes mercurio, cadmio y plomo.

Otros efectos negativos de la cremación, según este informe, es la generación de cloruro de hidrógeno, de óxidos de nitrógeno, de dióxidos de sulfuro y de dioxinas, todos ellos considerados agentes contaminantes.

En la actualidad, en el cementerio de Iruñea hay un millar de nichos vacíos debido al auge de las cremaciones en los últimos años, y para el año 2025 se estima que habrá más de 3.000 unidades sin uso, de las 16.500 existentes en la actualidad.

La cremación de cadáveres en la capital navarra se inició hace siete años y en 2005 se instaló un segundo horno para poder atender el aumento de la demanda, ya que ese año fueron incinerados el 43% de de los fallecidos en Iruñea.